
Cada deporte tiene sus lesiones típicas que están relacionadas con la actividad que se realiza. Todos conocemos las rodillas de los futbolistas y cómo una rotura de ligamentos les destroza la temporada. En los nadadores por ejemplo son típicos sus problemas con los hombros. Las lesiones en estos deportes encuentran su explicación en la mecánica de los gestos que se realizan en ellos. El baloncesto es un deporte donde el dolor de espalda, sobre todo lumbar, puede ser un problema.
El baloncesto es un deporte donde hay contacto y esto provoca lesiones típicas como los esguinces en los dedos de la mano por los golpes con el balón. También están las consecuencias de los codazos y otros golpes. Otra de las características de este deporte son los saltos; y de aquí vienen el resto de las lesiones. Cuando una persona salta, las articulaciones y ligamentos tienen que absorber el impacto del aterrizaje ayudado por los músculos. Este impacto se transmite por las piernas y la columna. Todos participan. Los problemas más frecuentes vienen en los tobillos y después las rodillas, al caer mal o al pisar a otro jugador, por ejemplo. En este pack están las lesiones de espalda.
Hay otro factor importante que predispone a las lesiones de espalda. Los jugadores suelen ser gente grande, tanto en altura como en peso. Los discos y articulaciones de la columna lumbar sufren más cuanto más alta es la persona, porque el brazo de palanca que supone el tronco es más largo. Al inclinarse hacia adelante una persona alta, la presión que soporta el disco lumbar es mayor que en una persona más baja. Si a esto añadimos que pesan más y que tienen que frenar un mayor número de kilos al aterrizar en el suelo, un jugador de baloncesto tiene más papeletas para tener problemas lumbares.
Tengo una lesión lumbar, ¿podré volver a jugar al baloncesto?
La respuesta como es lógico tiene muchas matizaciones. No es lo mismo jugar con tu hijo a tirar a canasta que jugar un partido con un equipo profesional, por poner los extremos. La gran mayoría de las lesiones son compatibles con volver a jugar al baloncesto siempre siendo conscientes de la recuperación previa que hay que hacer y de las perspectivas que podemos tener.
En cuanto a la recuperación, es fundamental tener la fuerza necesaria en los músculos lumbares para poder absorber los impactos de correr y saltar. Si empezamos a saltar antes de tener la musculatura adecuada, nos haremos daño y perderemos musculatura en vez de progresar. En definitiva, hay que estar mucho en el gimnasio antes de pisar la cancha de baloncesto. Una vez que nuestra situación permite comenzar a trotar y a saltar, hay que entrenar estas actividades de forma progresiva. Podemos empezar a hacerlo pero estamos a años luz de jugar un partido. Nuestros músculos tienen que continuar ganando en fuerza y resistencia para poder aguantar un partido. Este proceso es lento. Si acortamos etapas tendremos sobrecargas musculares, dolor y posibles recaídas.
Si nos hemos operado de una hernia discal, el baloncesto no es el deporte más recomendable, pero se puede volver a practicar si lo deseamos. Lo que no nos podemos permitir es practicarlo sin tener la forma física adecuada para hacerlo. Si el baloncesto es lo que más nos apasiona y es lo que deseamos volver a hacer, adelante. Tenemos muchos ejemplos de jugadores profesionales que han pasado por cirugías de este tipo y han vuelto a jugar al máximo nivel, pero requiere de muchos más cuidados que si no tenemos esta lesión. Si te gustan muchos deportes y el baloncesto no es una preferencia, hay otros mejores para la espalda que la someten a menos desgaste y un menor riesgo de lesiones.
En el caso de una hernia discal intervenida sin complicaciones, se puede llegar a volver a jugar a partir de los 7-8 meses si hacemos bien los deberes y no hay contratiempos. En el caso de una artrodesis la situación es diferente. Primero, es importante asegurarnos que el hueso ha consolidado y que la artrodesis está conseguida. Si la cirugía está bien, tardaremos más de un año en poder jugar volver a jugar y hay que tener en cuenta los riesgos que supone. Si tenemos artrodesado un segmento, el resto de segmentos se verán sometidos a mayor estrés y un desgaste prematuro. Tenemos que poner en una balanza cuánto nos conviene jugar y envejecer prematuramente los discos de alrededor de la zona operada. Quizás sea razonable, si nos apasiona el baloncesto, jugar unos minutos de pachanga ocasional (siempre que tengamos una buena forma física) pero no sería una buena idea un hábito de entrenamientos y partidos semanales.