
¿Cuál es el mejor plan para adelgazar, mejorar nuestra condición física y quitar el dolor de espalda? Internet está inundado de planes para perder peso y ponerse más fuerte. Cuál es el plan bueno? A quién hacemos caso? En este post voy a contar la realidad y cómo debemos afrontarlo.
Por qué somos como somos
Lo que vemos en el espejo es el resultado de la suma de nuestra genética, nuestras circunstancias y nuestros hábitos. Por ejemplo, si tenemos obesidad puede ser que tengamos predisposición genética a engordar, que tengamos un trabajo sedentario y que nuestros hobbies no sean deportivos. Esta es la foto mas probable. Si no comemos adelgazamos, por simplificarlo mucho. Lo más habitual es que nos engañemos y pensemos que comemos poco y que hacemos bastante ejercicio porque salimos a caminar de vez en cuando. Puede que comamos insano y nos parezca un hábito “normal” que no debe modificarse. Al final la suma de estos factores determina nuestro peso.
Con la musculatura pasa algo similar y en la mayoría de casos de dolor de espalda la situación no es muy diferente a los factores que estamos comentando. Por poner el ejemplo opuesto, imaginemos un trabajador de la construcción con buena genética muscular y que le gusta ir al gimnasio en su tiempo libre y cuidar su dieta. El resultado es una persona fuerte y con estética atlética.
Planes para adelgazar y estar más fuerte
El patrón descrito no cambia mucho cuando llevamos a cabo un plan o receta para mejorar estos aspectos. Aplicamos una dieta, por ejemplo, y empezamos a perder peso. Llega un momento que nos estabilizamos y no conseguimos perder más peso. También es habitual terminar o abandonar la dieta y empezar a recuperar kilos. Otro clásico es el aumento de socios en el gimnasio tras las navidades para abandonar tres meses después por no ver resultados y entender que nuestra progresión no es proporcional al esfuerzo realizado.
¿Por qué no son eficaces los planes?
Los planes fallan porque nuestra visión del proceso es a corto plazo y no llegan a solucionar el problema que tenemos. Lo solemos ver como un esfuerzo temporal que realizaremos para estar mejor. Como es temporal, cogemos aire, apretamos los dientes y adelante! Esto tiene dos problemas:
1 – “…si el camino es largo, mas corre el mastín que el galgo”. Si estamos haciendo un esfuerzo muy grande, con cambios bruscos de nuestros hábitos, nos cansaremos pronto como el galgo porque no tendremos capacidad de adaptación. Los resultados serán limitados y se mantendrán poco en el tiempo.
2 – “…nada cambia si tu no cambias”. Los factores que te hacen estar fuera de forma, con sobrepeso y dolor de espalda no se cambiarán por cambiar hábitos durante 3 meses. Se necesitan cambios reales permanentes en tu estilo de vida.
¿Qué debemos hacer? ¿Cuál es el camino?
Dando otro punto de vista a lo dicho al principio del post, lo que vemos en el espejo es el resultado de nuestros actos durante los últimos dos años.
El único método válido para cambiar nuestro cuerpo y salud es el cambio de hábitos y modificar las circunstancias que no nos favorecen, si es posible. Con la genética de momento no podemos hacer nada. Simplificando, si trabajamos 12 horas, no hacemos ejercicio y comemos muchas grasas y productos procesados debemos cambiar todo esto a hábitos más saludables.
No se puede hacer todo de golpe. Los cambios duraderos son los que se hacen progresivamente, de uno en uno y dando tiempo a asentarlos. Por ejemplo, nos podemos poner un objetivo a un mes vista para conseguir dejar de tomar refrescos con azúcar. Si lo hemos conseguido podemos pasar a otro objetivo. Si nos ponemos metas demasiado grandes nos abrumarán y abandonaremos.
No podemos fijarnos sólo en los resultados durante el proceso, hay que aprender cómo realizar los cambios adecuados y confiar en el camino. Por ejemplo, nos apuntamos al gimnasio para perder peso y lo dejamos porque estamos viendo que aumentamos peso en vez de bajarlo. Al empezar el gimnasio ganamos peso porque los músculos acumulan más líquido por los esfuerzos realizados, no es más grasa. Con el tiempo bajará la grasa pero no será el efecto inmediato.
Haciendo cambios, progresivamente cambiará tu cuerpo y en 1-2 años se verá el resultado final de tus nuevos hábitos. Hay que tener en cuenta que los cambios bien hechos nos mejorarán pero no significa que nuestro nuevo estilo de vida todavía sea el más adecuado. Puede que estemos dando pasos buenos que nos acercan a nuestro objetivo pero no hayamos completado todos los cambios necesarios. Es muy habitual sentir cosas como: “he cambiado mi dieta y no consigo perder peso” o “llevo meses en el gimnasio y me sigo asfixiando con las escaleras”. Quizás hemos avanzado pero necesitamos seguir cambiando.
En definitiva, cambia tus hábitos y circunstancias paso a paso, concéntrate en el camino y con el paso de los meses llegarán los resultados casi sin darte cuenta. Mejorará tu salud, cambiará tu cuerpo y habrán desaparecido tus dolores de espalda.