
En tiempos de las cavernas cuando un niño venía al mundo hacía todo por integrarse en el grupo. En un ambiente hostil la supervivencia de uno solo era improbable sin la ayuda de sus compañeros. Si una persona era rechazada por su tribu estaba condenado a una muerte segura. Una persona sola no era capaz de cazar animales grandes ni protegerse las 24 horas del día. Ese instinto de necesidad de pertenecer a un grupo lo hemos heredado y todos actuamos con este patrón a lo largo de nuestra vida. Tenemos la necesidad de ser aceptados.
El juego sin embargo ha cambiado. Por un lado, se puede sobrevivir sin seguir los pasos de quien te rodea porque hay infinitas maneras de salir adelante en los países desarrollados. Por otro lado, hay un exceso de presión sobre la persona. Recibimos órdenes y opiniones por demasiados sitios. Me explico. Nuestro entorno conocido desde todos los ámbitos nos quiere llevar a su terreno y manejar nuestro destino.
Un niño en el colegio puede sentir la presión de llevar unas zapatillas de cierta marca porque sabe que se reirán de él en caso de no hacerlo. Esa necesidad de pertenecer nos puede hacer rechazar nuestros verdaderos deseos. Esto no va a ser muy importante tratándose de unas zapatillas, pero la vida continúa por esta senda.
Si vivimos una vida que no nos gusta nuestro cerebro nos mandará señales. Estaremos tristes, nos dolerá la cabeza u otros síntomas similares. Si nos empeñamos en continuar una vida que nuestro cerebro no acepta nos hará enfermar. La enfermedad de moda en la sociedad moderna es la depresión y se puede resumir es esa esclavitud que supone el ruido que nos rodea.
Seguir tu propio camino significa muchas veces aceptar la soledad y la incomprensión. Hay mucha presión para que sigamos el camino establecido. Volviendo al ejemplo de las zapatillas, la sociedad no solo nos presiona para llevar las zapatillas de marca sino que nos presiona para reírnos del que no las lleva.
Hay personas que trabajan en un sitio donde su jefe les maltrata y donde no son reconocidos, pero no son capaces de cambiar. Y como no dejemos el trabajo, enfermaremos. En ocasiones buscaremos apoyo para dejar el trabajo y lo que obtenemos es todo lo contrario. “Cómo lo vas a dejar? y de qué vas a vivir? pero si te pagan bien”. Las personas que se preocupan de nuestro bienestar, como nuestros padres por ejemplo, nos añaden sus miedos a los nuestros. Unos padres no pueden soportar la posibilidad de que su hijo no salga adelante. Prefieren que comas todos los días a que arriesgues en un terreno desconocido. Es lógico aunque insano. Por otro lado, los padres también están bajo la presión de la sociedad, quieren quedar bien y encajar en su grupo. Y eso a veces conlleva que el hijo tenga una carrera o tenga tal o cual afición, dependiendo de cada ambiente.
El mundo económico necesita de personas que se endeuden y trabajen duro para pagar intereses y pedir nuevos préstamos. Tu gobierno quiere que seas un trabajador autosuficiente, que pague impuestos y que gaste su dinero para estimular la economía del país. Todo vale para conseguirlo. Te bombardean diariamente con noticias y mensajes para que no te salgas del plan establecido.
La lista es interminable. Podríamos seguir con tus jefes, profesores, familiares, vecinos, etc. Todo el mundo quiere algo de nosotros pero sin pensar en nosotros. Nuestro destino parece manejado por otros y nuestras alegrías y tristezas dependen de hechos fuera de nuestro alcance. Si gana nuestro equipo o nuestro partido político estamos contentos. Si nos dicen que hay crisis y que todo va fatal sufrimos depresión. Cosas que no podemos cambiar, sin embargo, dominan nuestra existencia.
¿Cómo liberarnos de tanto ruido? Todos tenemos un camino natural por el que fluir igual que lo hace un río por su cauce. Los ríos bajan por su camino sin esfuerzo, es su naturaleza. Un árbol crece sin esfuerzo y da sus frutos, es su camino. Nuestros caminos sin embargo están distorsionados por todos los ruidos de la sociedad: el que dirán, la vergüenza, el miedo, el peso de nuestra educación, la opinión de nuestros allegados, lo que nos dicen en la tele que es “cool” y las tendencias que debemos seguir para sentirnos integrados (como la política y el fútbol).
Existe la posibilidad de buscar nuestra esencia pero para esto tendremos que aislarnos de todo el ruido que nos rodea. Esto se consigue aceptando cierta dosis de soledad y sabiendo que durante mucho tiempo nadie valorará tu valentía, tus ilusiones, tus ideas ni tus capacidades. Si traicionamos nuestras necesidades no podremos ser felices y nuestro cuerpo enfermará. Busca tu esencia porque ya no necesitas la protección del grupo, podrás sobrevivir y encontrar nuevos semejantes. En la era de la información todo esto es más difícil por tanto ruido y a la vez más fácil por los medios a nuestro alcance. Mucha suerte.