
Estamos acostumbrados a oír en los últimos tiempos que el tabaco es malo y que hay que dejar de fumar. Eso es una realidad y una buena recomendación en general, pero tiene su explicación particular en cada dolencia o enfermedad. Los beneficios de no fumar o de dejar de fumar son inmensos. Esto es verdad sobre todo cuanto más avanzamos en la vida. La calidad de vida que tenemos con 60-70 años puede ser muy diferente. No es lo mismo sufrir la decadencia de nuestro cuerpo que disfrutar con salud de nuestras aficiones, viajando o jugando con los nietos, el que los tenga. En lo referente a sus efectos sobre la espalda, no es diferente.
El tabaco tiene muchas consecuencias y algunas de ellas van a afectar a la espalda:
– Hemos hablado de la osteoporosis en posts anteriores. Es una enfermedad en la que los huesos se vuelven frágiles y más proclives a las fracturas. Pues bien, está demostrado que el tabaco acelera la pérdida de la masa del hueso que, en el caso de la columna, vuelve enfermas a nuestras vértebras, con tendencia a sufrir aplastamientos. Fumar hará que lleguemos a la menopausia con los huesos en peor estado y que empeoren más de lo normal en ese proceso natural tras la pérdida de los estrógenos.
La calidad de vida de una persona con constantes aplastamientos de las vértebras puede ser muy pobre. Provoca dolor, deformidad y limitaciones en nuestra vida. Una vez que el hueso ha llegado a este estado es muy dificil revertir la situación. La clave es no llegar a este extremo.
– Todos hemos oído aquello de que puede producir cáncer. Esto es cierto y, cuando los tumores se propagan, las vértebras de la columna son de sus sitios favoritos. Todos conocemos casos de fumadores que han llegado a edades avanzadas sin problemas, pero es un argumento muy pobre a favor del tabaco. La realidad es que muchos tipos de cáncer y otras enfermedades graves e invalidantes acechan al fumador con una frecuencia mucho mayor que en la población no fumadora o que ha dejado de fumar.
– El tabaco empeora la oxigenación de los tejidos. Un fumador cicatrizará peor una herida porque la sangre no llegará de forma adecuada para reparar la lesión. Esto ocurre en la piel y ocurrirá en cualquier lesión del cuerpo. Una lesión en una vértebra o en un disco o ligamento curará peor en un fumador.
– Según pasan los años las arterias se van obstruyendo y su estructura pierde elasticidad y otras propiedades. Los fumadores aceleran este proceso aumentando su riesgo de sufrir infartos cardiacos e infartos cerebrales (ictus). Si además de fumadores somos diabéticos el proceso es imparable.
– El hábito de fumar está asociado con mayor tasa de dolor lumbar. Mucho es consecuencia de lo mencionado anteriormente, aunque también el tabaco suele ir asociado al sedentarismo y la falta de ejercicio que ayuda en este proceso.
Podría escribir páginas interminables acerca de los motivos para no fumar, pero ya estamos acostumbrados a oír constantemente que el tabaco es perjudicial. Lo difícil realmente es que un fumador lo interiorice y se lo crea. Es una opción de vida, dirían algunos, pero yo creo que es una droga. La mente del adicto se dará todos los argumentos necesarios para seguir fumando; por eso es tan dificil abandonar el hábito. Cuando llegan las consecuencias es muy duro vivirlas de cerca y ya no caben las lamentaciones.