
Imaginemos una persona que comienza con hormigueos y pérdida de fuerza en una pierna. Esta persona acude al médico y resulta que también le duele la parte baja de la espalda. La situación parece clara, debe tener una hernia discal. A continuación se hace una resonancia magnética y se confirma que tiene una hernia. Contado así parece que ésta es la causa, pero podemos estar equivocados. ¿Podría no ser esto y que se trate de una esclerosis múltiple, por ejemplo? La exploración física en la consulta tiene mucho que decir.
Muchas veces respondo en los comentarios de la web que lo más importante es la historia del paciente y la exploración física y que las pruebas son ayudas complementarias. Quiero aprovechar este ejemplo para que se entienda por qué es así. Si no hacemos una reconstrucción de los hechos y orientamos el diagnóstico, las pruebas nos pueden confundir. Un dolor lumbar lo tiene el 80% de la población en algún momento, es decir, es muy frecuente. Si hiciéramos una resonancia magnética de la columna lumbar a todo el mundo, nos sorprenderíamos de la cantidad de hernias que veríamos sin ningún tipo de consecuencia. Entonces la pregunta sería ¿la hernia que vemos en la resonancia es la culpable de los síntomas?
¿Qué debe hacer el médico? El primer paso siempre es ver los antecedentes y preguntar al paciente sobre la evolución de los hechos. No es lo mismo caerse por las escaleras y comenzar con hormigueos en la pierna que levantarse un día con fiebre y descubrir que no tenemos fuerza en el pie. La historia ya te orienta hacia el posible origen del problema. En este sentido, ejemplos hay todos los que queramos. Si no reconstruimos los hechos nos podemos perder datos claves para el diagnóstico.
Después viene la exploración física. Si el médico ha enfocado bien el problema la exploración dará muchas veces datos definitivos. Volviendo al caso inicial, todo tiene que cuadrar. Si una persona tiene una hernia L5-S1 que está tocando la raíz S1 (visto en resonancia) y los síntomas son que pierde fuerza en el cuádriceps, esto no cuadra. La raíz S1 no inerva al cuádriceps, la causa estará en otro sitio. Sin la exploración, se pasarán cosas por alto y aparecerán los errores. En este caso la consecuencia podría ser que se realizara una cirugía innecesaria, por ejemplo, además de no solucionar el problema.
Hoy día los avances en tecnología están provocando que muchos profesionales confíen demasiado en las pruebas y se deje de lado lo fundamental, que es el examen clínico que estamos comentando. Recuerdo en una ocasión cómo un amigo me remitió a un familiar preocupado por los resultados de su resonancia de columna. Me trajo la prueba y se veían varias vértebras aplastadas con imágenes que sugerían infiltración tumoral. Lógicamente estaba asustado por lo que había leído en el informe. Al realizar la exploración no se apreciaba más que un dolor dorsal mecánico sin deformidades y con una movilidad normal. Claramente no tenía sentido e indagando, por suerte, vimos que la resonancia que le habían dado no era suya. También se puede dar el caso contrario. Es posible que una prueba con resultado normal nos pueda despistar si no nos apoyamos en lo que vemos en directo con el paciente delante.
En resumen, no debemos dejarnos deslumbrar por las pruebas tan modernas que existen. Lo que más valor tiene para llegar a un diagnóstico es un profesional con experiencia que explore adecuadamente al paciente. Lo mismo ocurre para decidir si una persona debe pasar por quirófano. Como se dice muchas veces entre médicos, “no se operan resonancias, se operan pacientes”.