
El embarazo es una época en la vida de la mujer en la que es muy frecuente padecer dolor lumbar e incluso ciática. Cuando nace el bebé, muchas veces cambiamos este dolor por el dolor de cuello debido a los esfuerzos que realizamos al llevarle en brazos y en los momentos de lactancia. Por si fuera poco, llega otro problema, la cuna.
La cuna del hospital es maravillosa porque su diseño está orientado a los cuidados del bebé. Me explico. Están a la altura adecuada y tienen paredes que suben y bajan con facilidad cuando tenemos que cambiar un pañal. Hay otras que directamente son como un moisés con las paredes justas para que un recién nacido no se pueda caer, con acceso fácil para el cuidador. Hasta aquí todo bien.
Llega el momento de aterrizar en casa con nuestro bebé recién nacido y entonces comenzamos a ver la practicidad de la cuna o moisés tan bonito que le hemos comprado a nuestro hijo. Voy a comenzar por el moisés. La mayoría quedan a la altura de la cama, con paredes de tela y el bebé al fondo en un colchón. El bebé está estupendo dentro, el problema viene cuando queremos acceder al bebé para realizar todos los cuidados. Nos encontramos que está muy abajo y que tenemos que hacer una flexión exagerada de la zona baja de la espalda en malas posturas. Estas posturas son desaconsejables de por si, pero la situación es aún peor porque estamos cargando un peso, el de nuestro hijo. Estos gestos son la mejor manera de sufrir un dolor lumbar o incluso una hernia discal.
Cuando van creciendo un poquito les pasamos a una cuna. La cuna ya suele ser la puntilla a esta situación. Las cunas están diseñadas como un colchón casi a ras de suelo con un sistema de barrotes que recorre todo el perímetro del colchón. ¿Por qué es peor? El bebé está más abajo y las paredes más arriba, por lo que debemos inclinarnos mucho más hacia adelante. Y hay más. El bebé está más alejado del borde lo que hace que, al cogerle, el centro de gravedad se desplace hacia adelante mucho más y la presión que soportan los discos se multiplica.
Lamentablemente el ingenio de los diseñadores no se ha centrado en solucionar este problema. Son muy seguras, muy cómodas para el bebé y muy estéticas para el hogar, pero nadie se ha acordado de la salud de la espalda de los padres. Si algún lector ha encontrado una cuna apta para padres con lesiones de espalda por favor que lo comparta. Yo no las conozco.
¿Y qué podemos hacer? Lo único que nos queda es intentar adoptar la mejor postura posible. Os voy a contar algunas ideas que podéis poner en práctica cuando cojáis al bebé de la cuna:
– Siempre que sea posible debemos tener una mano apoyada en el borde de la cuna para evitar que el peso se transmita directamente a nuestra zona lumbar. Esto es válido para dar un biberón u otras acciones puntuales pero para coger al niño vamos a necesitar los dos brazos. Para esto podemos hacer lo siguiente:
– Si el bebé es capaz de ponerse de pie, lo ideal es que se acerque a la esquina de la cuna. El padre o la madre se sitúa con la esquina de la cuna entre las piernas y flexiona las rodillas para llegar a la altura del niño. Entonces sujetamos al pequeño poniéndole lo más cerca de nuestro cuerpo que se pueda y nos levantamos.
– Si la cuna es sólida podemos inclinarnos sobre la cuna y apoyar el pecho en el borde. Mientras nos estamos colocando en esta postura debemos sujetarnos con las manos en los bordes de la cuna. Una vez colocados estiramos los brazos, cogemos al niño y nos lo llevamos al pecho. En este momento lo pasamos a sujetar con un brazo y con el otro realizamos el impulso para levantarnos. De esta forma descargamos el peso de los discos de la zona baja de la espalda y prevenimos lesiones.
Espero que sean útiles estos consejos hasta que nos diseñen cunas más funcionales.