
Una lesión, cirugía o el propio dolor pueden ser las causas de que perdamos capacidad muscular en una zona de nuestro cuerpo. En el caso de la espalda sabemos que esta pérdida genera dolor por la falta de estabilidad y equilibrio muscular en los movimientos. Recuperar la musculatura que está debilitada no es nada fácil. Para entender por qué, os voy a contar una pequeña historia. Antes de empezar, quería comentar que los médicos llamamos hipotrofia a este proceso de pérdida de fuerza y resistencia en el músculo. Cuando es debido a daño neurológico lo llamamos atrofia. Dicho esto, muchas veces se utiliza el término atrofia indistintamente en los dos casos.
¿Por qué cuesta tanto recuperar la musculatura?
Imaginemos que nos prestan un millón de euros para invertir en la bolsa y quedarnos con los beneficios. Lo conservador y sensato es invertir en una empresa seria y consolidada que crece lentamente. De esta forma al año por ejemplo ha crecido el valor un 10% y hemos ganado 100.000 euros. Con este dinero podemos hacer muchas cosas Con poco esfuerzo tenemos una cantidad elevada que nos permite poder comprar muchas cosas.
Vamos al mismo caso pero esta vez nos dan 100 euros. Después de un año de inversión tenemos 10 euros. Con este dinero no somos ricos ¿verdad? Entonces cogemos estos 110 euros y los volvemos a invertir. Tras ganar otro 10%, tenemos 121 euros. Como ves la cantidad va creciendo pero cuesta mucho llegar a cantidades significativas.
Volvamos a la musculatura. Si tengo una lesión pequeña y mis músculos están al 80% con poco entrenamiento estaré bien. Pongamos por ejemplo que a partir del 85% de capacidad desaparece el dolor. Con entrenar y aumentar un 10% las capacidades, cederá el dolor. Si por el contrario, me han operado, es posible que la musculatura quede al 20-40% de sus capacidades por poner un ejemplo. En este caso, si aumentamos un 10% de fuerza, que es mucho, seguiremos teniendo una musculatura muy pobre.
Es fácil sobrecargar un músculo débil
Se tarda mucho meses en recuperar una musculatura muy debilitada incluso en condiciones ideales de cuidados y entrenamientos. Pero esta situación ideal no existe. Hay otro problema que se añade a todo lo comentado y es, la facilidad de hacer sobreesfuerzos. Cuando la fuerza de los músculos que sujetan las vértebras está disminuida, gestos que requieran más sujeción nos pueden hacer daño. Al estar disminuida la resistencia sólo podremos mantener esfuerzos durante poco tiempo, aunque sean pequeños. Todo esto implica que gestos banales cotidianos se pueden convertir en sobreesfuerzos por increíble que nos pueda parecer.
Para evitar problemas durante la recuperación hay que tener muy claro de donde partimos, así como el concepto de sobreesfuerzo y la lenta progresividad con la que se mejora la musculatura. Si vamos más rápido de lo debido, sobrecargamos y provocamos dolor. Así el músculo no crecerá, por mucho que entrenemos.