
El gesto de poner o atar los zapatos lo realizamos todos los días y pocas veces reparamos en la manera en que lo hacemos. Los pies están lejos de las manos y para acercarnos muchas veces recurrimos a malos gestos con la espalda. Cuando no tenemos ninguna lesión no notaremos nada malo pero es un factor más que nos puede acabar dañando la espalda.
La mayoría de las personas hacen lo mismo que el señor que está en la foto inicial del post. Este señor está sentado en el borde de la cama y se está inclinando hacia adelante para atar los zapatos. Pues bien, no es la forma más recomendable. En esta postura aumenta mucho la presión sobre los discos y nos podemos hacer daño sobre todo si permanecemos más tiempo del debido y nos levantamos bruscamente. Si lo hacemos de esta manera y no queremos acoger una de las propuestas que haré más adelante, por lo menos hay que subir correctamente. Una vez hallamos terminado de atarnos los zapatos, debemos subir el cuerpo ayudándonos con las manos apoyadas en las rodillas. Debemos trepar por las piernas con las manos de tal forma que la subida del tronco la hacemos con la fuerza de los brazos, no con la espalda.
Hay otra postura que me sorprendo al verla en la consulta. En ocasiones después de explorar en la camilla a un paciente con problemas de espalda, observo cómo estando de pie se inclina hacia adelante y se pone los zapatos. La postura sería como la de la foto que está a continuación.
Con esta postura pasa lo mismo que la anterior, aumenta la presión discal y, si tardamos mucho en atar los zapatos, nos podemos hacer daño. Igualmente en el trayecto para levantarnos, si lo hacemos con la espalda es un error. La mejor manera de levantarse es flexionar las rodillas y apoyar las manos en los muslos para ayudarnos a levantar.
Vamos a ver formas más recomendables de ponernos los zapatos. Fijaos en el niño de la foto de abajo. Se sube la pierna encima del muslo contrario y consigue atar los zapatos mientras tiene la espalda apoyada en el respaldo del asiento. Esta sería la forma ideal. Es importante el detalle de tener la espalda apoyada para evitar hacer esfuerzos con los abdominales durante el proceso.
Si estamos de pie parados, podemos buscar un sitio donde poner el pie en alto y atar los zapatos. Cuanto más alto pongamos el pie, menos tensión para la espalda aunque nos puede molestar la cadera. Si el pie está muy abajo se parecerá mucho a la postura que recomendamos evitar.
En resumen, atar los zapatos es un hábito diario que puede ser un granito de arena más en el daño a nuestra espalda. Si lo pensamos e intentamos hacerlo mejor, lo convertiremos pronto en una rutina sana y evitaremos que un día nos pueda provocar una lesión.