
Este síndrome está muy discutido por motivos que luego veremos. Se llama síndrome del desfiladero torácico a una serie de síntomas neurológicos y/o vasculares debidos a la compresión de estas estructuras en una zona anatómica concreta que llamamos desfiladero torácico. Este desfiladero es el espacio que hay desde que salen los nervios del cuello entre los músculos escalenos hasta su paso entre la clavícula y la primera costilla para acabar en la axila. Por este camino les acompañan la arteria y la vena subclavia. Quizás lo entendamos mejor viendo el dibujo de debajo.
Este síndrome nos puede afectar de dos formas. Por un lado, se puede comprimir la arteria y/o la vena subclavia que pasan por esta zona y dar problemas de circulación. Por otro lado, se pueden afectar los nervios que salen del cuello y bajan por esta región para acabar en la axila. Estas estructuras nerviosas son las que van a formar los nervios definitivos que se distribuyen por el brazo. Luego veremos qué consecuencias tiene.
Causas del síndrome del desfiladero torácico
Hay una serie de alteraciones anatómicas que se han relacionado con este síndrome y que han hecho que llamemos a este síndrome de muchas maneras diferentes. Estos son algunos de los otros nombres y su explicación.
– La costilla cervical. En el cuello no hay costillas. Las costillas que forman el tórax salen de las doce vértebras dorsales. En algunas personas puede haber una pequeña “costilla” que salga de la zona cervical (una prolongación de la apófisis transversa que puede ser de diferentes tamaños). Esto ocurre sobre todo en mujeres y predispone a sufrir este síndrome. Lo que se ha podido comprobar es que no es la costilla en sí lo que provoca la compresión sino un ligamento que sale de la punta de esta costilla hasta la primera costilla verdadera.
– El síndrome de los escalenos. En ocasiones el atrapamiento se produce por anomalías en la disposición de los músculos que rodean y acolchan la salida de los nervios y vasos sanguíneos. Hay descritas deformidades como la fusión de los músculos escalenos, por ejemplo. En algunas personas puede haber unos músculos excesivamente desarrollados en esta zona (escalenos, subclavio y pectoral menor) que favorezcan este síndrome.
– Hay otros nombres para este síndrome como son el síndrome costoclavicular o el síndrome de hiperabducción.
¿Qué síntomas da el síndrome del desfiladero torácico?
Depende de la estructura que se comprima tenemos unos síntomas u otros:
– Afectación neurológica. Al comprimirse los nervios que bajan al brazo vamos a notar hormigueos, dolor y posiblemente debilidad en el brazo que puede ser difusa o en un territorio nervioso concreto. Cuando se comprimen los nervios debido al ligamento que comentábamos antes que salía de la costilla cervical, lo típico es la afectación de las raíces bajas que componen los nervios del brazo (C8-T1). Esto provoca hormigueos por la parte interna del brazo. Lo típico es que estos síntomas sean más acusados cuando levantamos los brazos por encima de los hombros y en ciertas posturas forzadas del cuello. En raras ocasiones se puede ver una afectación severa con atrofia de la musculatura. Este tipo de síntomas son típicos también de las hernias discales cervicales, y es por esto que hablo de este síndrome.
– Afectación vascular. Si se comprime la vena subclavia vamos a tener edemas (retención de líquidos que notaremos como hinchazón) en el brazo, sobre todo en la mano. La compresión de la arteria es lo menos frecuente. Nos produce síntomas de dolor, hormigueos y frialdad en el brazo (porque no llega bien la sangre).
¿Cómo se diagnostica el síndrome del desfiladero torácico?
Aquí es donde está el problema y la discusión sobre este síndrome. En muchos casos el diagnóstico se hará viendo los síntomas y por la exploración física en la consulta. Sólo se confirmará el origen del problema cuando el paciente se someta a una cirugía y se demuestre cuál era el problema.
En la exploración en consulta la más conocida es la maniobra de Adson. Esta maniobra se utiliza para intentar reproducir los síntomas. A la vez que tomamos el pulso al paciente en la muñeca, nos llevamos el brazo elevado hacia atrás y giramos el cuello hacia el lado contrario. En esta maniobra disminuye el pulso o comienzan los hormigueos en el brazo. Esta prueba es muy poco fiable y no debe ser lo que nos determine el diagnóstico.
En algunas ocasiones donde predomina la afectación neurológica, un electromiograma puede demostrar el atrapamiento nervioso a su paso por el desfiladero torácico. Aunque puede dar negativo a pesar de existir el atrapamiento. Pruebas como la radiografía y el TAC nos permiten ver estructuras como la costilla cervical pero no nos darán el diagnóstico. La RMN ayuda poco cuando se trata de una afectación nerviosa en esta región.
Los estudios vasculares son más variados y precisos y pueden ser de más ayuda cuando hay una afectación de la arteria o la vena subclavia. La ecografía y el doppler, el TAC, la resonancia magnética y las arteriografías son pruebas que pueden orientar el diagnóstico.
En muchos casos vamos a tener la sospecha de que el paciente está sufriendo este síndrome sin poder demostrarlo. Aquí es donde entra la discusión entre los defensores y los detractores de la existencia de estos procesos. Es cierto que es un síndrome muy poco frecuente si lo comparamos con las otras causas de dolores y hormigueos por el brazo como pueden ser una hernia discal, contracturas musculares o una lesión de hombro.
Todos los datos que he dado corresponden a los síndromes verdaderos, los que han demostrado su existencia. Hay muchos más que están en ese limbo sin diagnóstico claro y sin suficiente gravedad como para someterlo a una intervención quirúrgica.
¿Cuál es el tratamiento del síndrome del desfiladero torácico?
El tratamiento va a depender de la gravedad de los síntomas y la situación del paciente. La cirugía será la opción cuando hay una afectación neurológica progresiva o síntomas vasculares significativos.
Si no hay síntomas graves se puede tratar inicialmente con fisioterapia y medicación. Puede ayudar perder peso, potenciar la musculatura y mejorar la postura con nuestro terapeuta. Se han probado infiltraciones con corticoides o toxina botulínica con resultados dispares. En las complicaciones vasculares hay otro tipo de procedimientos que pueden ser necesarios como son los cateterismos o los tratamientos anticoagulantes.