
En la columna vertebral utilizamos varias técnicas de imagen para ayudarnos en el diagnóstico de las diferentes enfermedades y lesiones que afectan a la espalda. La radiografía simple es la más utilizada. Cuando se quiere tener imágenes que nos ofrezcan mayor información se recurre a la RMN (resonancia magnética) y al TAC (tomografía axial computarizada).
Al TAC se le conoce también por el nombre de “escaner” o “TC” (tomografía computarizada). A grandes rasgos, el médico elige solicitar un TAC en la espalda cuando lo que quiere ver es fundamentalmente hueso. Esto es así en fracturas, luxaciones, ciertos tipos de tumores, etc.
¿Cómo funciona?
A grandes rasgos es como hacer muchas radiografías desde muchos ángulos y después un ordenador lo reconstruye en imágenes de múltiples cortes transversales e incluso reconstrucciones tridimensionales. La información que proporcionan todos estos cortes es fantástica pero tiene un problema, utiliza rayos x y por lo tanto, emite radiación ionizante. Al necesitar tantas imágenes nos llevamos una cantidad de radiación importante.
¿Qué es mejor, el TAC o la RMN?
No hay una mejor, son simplemente diferentes. El TAC nos va a ofrecer varias ventajas:
– Es más rápida de hacer, por lo que será muy útil en situaciones de emergencia.
– Al ser más rápida es la mejor opción cuando el paciente se mueve por motivos de dolor, claustrofobia….
– Hay estructuras del cuerpo que se ven mucho mejor con el TAC que con la RMN. En el caso de la columna será preferible cuando queramos ver lesiones en el hueso.
– No hay restricción para hacernos la prueba si portamos implantes metálicos de algún tipo. Esto en la RMN no se puede hacer porque es un imán gigante que puede mover o calentar estructuras metálicas.
El principal inconveniente es la radiación tan importante que emite; en este sentido el radiólogo nos orientará si la prueba nos puede suponer un riesgo. No se recomienda a una mujer embarazada, salvo en casos muy necesarios. Por otro lado, la RMN va a ser más recomendable si lo que queremos ver son nervios, disco, médula, músculos o tendones.
En ocasiones nos tendrán que inyectar un contraste para mejorar algunas imágenes; el radiólogo nos explicará los riesgos y precauciones a tener en función del contraste utilizado.
De forma general, en la mayor parte de las enfermedades y dolencias de la espalda la prueba más utilizada será la RMN. Esto es así porque no tiene radiación y nos ofrece mayor información en las lesiones más frecuentes. Pero en ocasiones, el TAC será la prueba necesaria para el diagnóstico, sobre todo en los servicios de urgencias dónde se valoran traumatismos que han podido fracturar o lesionar gravemente la espalda.