
En próximos posts quiero hablar de soluciones a los problemas digestivos que sufren las personas que han tenido una lesión medular o un síndrome de la cola de caballo. La reeducación del intestino después de la lesión no es un proceso fácil pero si lo hacemos adecuadamente podemos llegar a tener un grado alto de control sobre el hábito intestinal. Esto es fundamental para las personas que lo sufren para que no sea un inconveniente en su vida personal, familiar y social. En este post quiero explicar cómo se altera el aparato digestivo cuando se produce una lesión en la médula o en los nervios que lo regulan.
El tubo digestivo y la digestión comienzan en la boca con la acción de la saliva y progresa por esófago, estómago, intestino delgado, intestino grueso y acaba en el recto y el ano por donde expulsamos los productos de desecho que son las heces. Este proceso está regulado por el sistema nervioso autónomo (se llama así porque se encarga de las funciones “automáticas” como es el sudor o el ritmo cardiaco). Este sistema nervioso está dividido en dos, el sistema simpático y parasimpático. Recomiendo en este punto parar de leer e irse al post sobre el sistema nervioso autónomo que lo explico de forma sencilla y divertida para que lo entendamos.
El sistema simpático sale de la parte de la médula que está en la zona dorsal de la columna y cuando se activa reduce los jugos de la digestión y los movimientos del intestino que hacen progresar los alimentos (movimientos peristálticos). El sistema parasimpático es el encargado de aumentar estos movimientos y de favorecer la digestión. El equilibrio entre estos dos sistemas es fundamental para una digestión normal.
Si se produce una lesión en la médula podríamos pensar que ya no llega la señal nerviosa y por lo tanto el intestino debería paralizarse por completo. No es una mala aproximación pero no ocurre así por varios motivos:
– El nervio vago. Este nervio pertenece al sistema parasimpático (el que mueve el intestino) y no sale de la médula, sale antes. Se forma en el tronco cerebral y sale por un agujero del cráneo y viaja apartado de la médula por lo que nunca se ve dañado con una lesión medular. El nervio vago se ocupa del estómago y todo el intestino excepto la parte final, como luego veremos.
– El sistema simpático que sale de la zona dorsal tiene raíces que salen de cada nivel. Estará afectado este sistema en mayor medida cuanto más alta sea la lesión. Además la lesión medular realmente interrumpe la comunicación de la zona superior con la inferior del nivel de la lesión. Esto significa que por debajo de la lesión siguen funcionando estos nervios pero ya no se regulan por las órdenes de arriba.
El desequilibrio que se produce en el aparato digestivo va a tener algunas consecuencias.
– Lo más frecuente en el paciente con lesión medular es tener estreñimiento, es decir, se va a ralentizar el tránsito y a acumular heces. La parte final del intestino grueso y la zona del recto está regulada por una zona del sistema parasimpático que sí que viaja a través de la médula. A esto se une en ocasiones la parálisis de los músculos abdominales que dificulta la expulsión y hace más fácil que se distienda el abdomen.
– La evacuación de las heces se hace más difícil por la afectación de la parte final del intestino que empujaba las heces. A esto se añade la parálisis de la musculatura abdominal y, en ocasiones, un esfínter anal hipertónico que no se relaja adecuadamente. Todo esto puede hacer que el acto de hacer deposición lleve mucho tiempo.
– La sensibilidad va a estar alterada y la persona no va a notar cuándo se llena la ampolla rectal. Además de dificultar la evacuación se añade el componente de frustración de no saber cuándo vas a hacer de vientre. Sin duda es uno de los principales problemas de adaptación que conlleva tener una lesión medular, por la incertidumbre de si se producirá salida de heces.
– En lesiones bajas puede ocurrir que el esfínter esté muy hipotónico, es decir, que esté muy flojo y que se abra el ano muy fácilmente. Esto facilita la incontinencia de heces.
– La lentificación de todo el proceso de digestión conlleva que las bacterias produzcan mucho gas. Esto provoca mayor distensión abdominal o meteorismo que añade más molestias, aparte de la expulsión, muchas veces incontrolada, de estos gases con la lógica incomodidad para la vida social.
Aquí hemos expuesto los problemas, en futuros posts hablaremos de las soluciones.