
Las siglas EMG son las que utilizamos en Medicina para hablar del electromiograma o electromiografía. Esta prueba se dedica a estudiar cómo están nuestros nervios, como explico en el post del enlace. Cuando no conocemos el funcionamiento de esta prueba podemos tener expectativas erróneas. Hoy vamos a plantear un caso sencillo para que podamos ver lo que nos ofrece. Recomiendo antes leer el post del enlace para saber en qué consiste el EMG.
Imaginemos un paciente que llega a la consulta porque nota menos fuerza en el pie en las últimas semanas. En la exploración física que realizamos en la consulta muchas veces se puede llegar al diagnóstico sin ayuda del EMG. Para simplificar no voy a entrar en los signos y síntomas que pueden darnos el diagnóstico y me limitaré a los datos del EMG. Continuando con el caso, decidimos hacerle esta prueba y veamos qué datos nos puede dar:
– Localización de la lesión. Un pie puede perder fuerza por una lesión neurológica y ésta puede estar en cualquier parte del trayecto de la vía nerviosa. Esto significa que la lesión puede estar en el cerebro, en la médula, en las raíces nerviosas o en los nervios periféricos. Lo más frecuente con diferencia son las lesiones más bajas, en las raíces a su salida de la columna (por las hernias discales) y en los nervios periféricos (en su paso por las piernas). El EMG nos puede decir dónde está la lesión aunque no sepamos la causa.
Esto puede tener mucha importancia. Volvamos a nuestro ejemplo. Imaginemos que realizamos una resonancia magnética a nuestro paciente y tiene una hernia que está tocando la raíz nerviosa. Las imágenes podrían parecer definitivas pero al hacer la electromiografía sale que la lesión está en una compresión en el nervio a nivel de la rodilla. Si los signos y síntomas concuerdan con esto, acabamos de librar a un paciente de una cirugía lumbar. Es un ejemplo de que en ocasiones puede tener mucha importancia lo que nos aporte la EMG aunque hay que dejar claro que lo más importante siempre es la valoración en vivo. Sin esto, las pruebas no son definitivas.
– Pronóstico. Hay varios factores que nos pueden indicar cuál puede ser el futuro de la lesión. Si no somos capaces de detectar actividad en el músculo o si el nervio no conduce la corriente que transmitimos, podemos estar ante una lesión completa sin opción de recuperación. Para llegar a esta conclusión en ocasiones hay que repetir la prueba pasadas unas semanas para confirmarlo. Depende del tiempo de evolución y el tipo de lesión. Al pinchar el músculo también se puede ver en qué fase de recuperación está el nervio. De esta manera vemos si le queda margen de recuperación.
– Tiempo de evolución de la lesión. Como hemos comentado antes, se puede hacer un seguimiento de la evolución de la recuperación. Esto es porque se puede ver la reinervación que ocurre en el músculo. Una vez lesionado el nervio, las partes sanas del nervio crecen por dentro del músculo para activar las partes del músculo que han perdido la inervación (que se han quedado huérfanos de nervio y no les llega señal). Esto se puede detectar con la aguja.
Hay más datos que nos pueden orientar acerca del tiempo de evolución de la lesión. Cuando pinchamos el músculo, la actividad que vemos en reposo nos puede decir si hay una lesión aguda, es decir, reciente. Cuando desaparece esta actividad característica sabemos que ha pasado más tiempo.
– Ayudar en el diagnóstico. No siempre que perdemos fuerza la lesión del nervio es mecánica. Hay enfermedades, como puede ser la diabetes, que dañan a los nervios. Estas enfermedades en ocasiones tienen patrones característicos en el EMG que nos pueden ayudar en el diagnóstico.
En este post he querido pasar un poco por encima los datos que nos puede aportar un EMG. A pesar de todo lo dicho, sin una buena aproximación diagnóstica del médico, será de poca ayuda.