
En los últimos tiempos se ha podido ver cómo los deportistas y personas de la calle llevan unas tiras de colores en algunas zonas del cuerpo. A estas tiras las llamamos vendaje neuromuscular o kinesiotape. Ha habido un verdadero boom del uso de estas terapias y se les han atribuido muchas propiedades. Vamos a analizar en qué consiste y qué nos puede aportar.
Esta técnica la desarrolló el Dr. Kenzo Kase en Japón en los años 70. Pretende ser una ayuda en el tratamiento y la recuperación de las dolencias musculoesqueléticas. El vendaje neuromuscular se realiza con una cinta de algodón como un esparadrapo con una serie de características específicas de elasticidad (se elonga un 30-40%) y con un adhesivo poco agresivo. Esta cinta es la que se va a aplicar en las zonas del cuerpo a tratar.
Hay que diferenciar esta técnica del “taping” más tradicional. Antes de popularizarse el kinesiotape, se utilizaban (y se siguen utilizando) cintas de esparadrapo para limitar movimientos que se quieren proteger. El ejemplo más típico lo tenemos en los jugadores profesionales de baloncesto. Se pone el esparadrapo en los tobillos limitando el movimiento de inversión del pie (el movimiento con el que se realizan la mayoría de los esguinces de tobillo). De esta forma si el jugador se tuerce el pie, en un salto por ejemplo, el esparadrapo impedirá el movimiento y protegerá a los ligamentos, minimizando así la frecuencia y el alcance de las lesiones. Muchos jugadores de baloncesto de la NBA se vendan los tobillos antes de cada entrenamiento o partido para evitar lesiones.
El kinesiotape, al contrario de lo que hemos comentado con el taping tradicional, no limita el movimiento. Se aplica sobre los músculos o alrededor. La teoría dice que el vendaje neuromuscular disminuye el dolor y la inflamación al mejorar la circulación linfática y sanguínea. La técnica alivia la presión y la irritación de los receptores sensitivos.
Esta es la teoría, pero del kinesiotape ¿qué hay demostrado científicamente?
Los estudios serios realizados no son muy abundantes pero hay algunas conclusiones. En cuanto al dolor, parece demostrado que se consigue un alivio sintomático desde que se pone el vendaje. Este alivio parece ser eficaz las primeras 24 horas y menos estable en los días posteriores. Lo que no se ha conseguido demostrar es su beneficio sobre la función muscular y articular. Esto no significa que no lo tenga, simplemente no hay datos suficientes para poder afirmarlo.
En su uso sobre la espalda y el cuello hay algunos estudios pequeños que sugieren que mejora la función de los músculos de la zona lumbar y alivia el dolor en las lumbalgias. En la columna cervical ayudaba a disminuir el dolor y mejorar el rango de movilidad del cuello tras un esguince cervical o latigazo cervical. Por sí solo estas mejoras eran temporales, se conseguían mayores progresos cuando se asociaban a ejercicios sobre la musculatura.
Si no está demostrado tanto beneficio, ¿por qué se usa tanto el kinesiotape?
Antes de nada, como en todo tratamiento, hay que sopesar el riesgo/beneficio. En este sentido la aplicación del kinesiotape no tiene efectos secundarios significativos. En algunas personas puede haber alguna reacción con enrojecimiento de la piel probablemente por rechazo al pegamento. Otras personas pueden encontrarse molestas con el vendaje y se lo quitarán sin mayor problema. En definitiva, se podría decir que su uso es muy seguro siempre que lo realice alguien que sabe lo que está haciendo y se evite su uso sobre heridas o zonas con lesiones o enfermedades que afectan a la piel.
Al ser un método seguro no hay limitaciones para su uso si proporciona beneficios y parece que sí que los tiene, por lo menos para aliviar el dolor. También mejora las sensaciones subjetivas del paciente en muchos casos. Se podría hablar de efecto placebo, que puede que lo haya. En mi opinión, cuando ponemos el kinesiotape sobre una zona dañada aumentamos el estímulo sensitivo de esta zona hacia nuestro cerebro. Para que nos entendamos prueba a ponerte la mano en la rodilla. Hasta que has leído esto la rodilla permanecía ajena a tu pensamiento y la representación en tu cerebro se limitaba a lo basal. En el momento que has puesto tu mano sobre ella han aumentado los estímulos que ha recibido tu cerebro provenientes de la rodilla. En otras palabras has dado mayor presencia a tu rodilla en los circuitos cerebrales. Esto aumenta lo que llamamos propiocepción (podéis leer el post en el que hablo de esto para entenderlo mejor). El cerebro se hace más consciente de en qué posición y situación está esa rodilla.
En resumen, es un método seguro que puede mejorar el dolor y las sensaciones del paciente. Por sí solo no va a acortar los plazos de curación y debe ir acompañado de otros tratamientos para la recuperación adecuada del paciente. Los beneficios que aporta sumado a su bajo coste y los escasos problemas que da justifican que se haya hecho tan popular.