
Propiocepción puede ser una palabra nueva para muchos pero al final del post tendréis muy claro lo que significa. Nuestro cuerpo tiene sensores en todas las estructuras que se mueven y que informan de la posición de las articulaciones y detectan qué tejidos están en tensión o relajados. Todo esto que parece sencillo son miles de datos por segundo que se envían al cerebro y éste reacciona en función de la integración que realiza de todos estos datos.
Vamos a poner un ejemplo sencillo que todo el mundo ha vivido de cerca o en sus propias carnes, el esguince de tobillo. Si nos torcemos un tobillo y se daña parte del ligamento lateral tendremos varias consecuencias para este sistema que hemos llamado propiocepción.
– Por un lado, se pueden lesionar los detectores o nervios que enviaban las señales desde ese ligamento. En los ligamentos que sujetan las articulaciones hay sensores que detectan cuándo se ponen en tensión y hay riesgo de rotura. Estos sensores activan el reflejo para que los músculos se contraigan y eviten la lesión. En el caso del tobillo, cuando se nos está torciendo el pie, los músculos se contraen para corregir la postura del pie y evitar la lesión. Este reflejo evita muchas lesiones. Si en el esguince se daña este mecanismo, posteriormente habrá mayor facilidad para que tengamos un nuevo esguince porque habremos perdido uno de los mecanismos que nos protegían. Esta situación se puede mejorar a base de entrenar los reflejos de otras zonas que puedan suplir la deficiencia.
– Por otro lado, el cerebro reordena el esquema del cuerpo para quitar peso a la zona dañada. Por eso cojearemos incluso sin notar dolor. Cuando se cura la lesión muchas veces cuesta recuperar el esquema normal y necesita entrenamiento específico.
Con la espalda ocurre algo similar. En una lesión lumbar el cuerpo adopta posturas para evitar el dolor que a la larga se convierten en vicios donde se sobrecargan unas zonas y se infrautilizan otras. Cuanto más tiempo mantenemos un esquema equivocado, más difícil será revertirlo porque los músculos en desuso perderán sus capacidades y al cerebro le costará más recuperar los patrones de movimiento correctos.
A esta alteración del patrón normal de movimiento se le añade la atrofia muscular (pérdida de las capacidades del músculo) que se produce como consecuencia de la lesión. Todo junto nos puede llevar a sufrir una lumbalgia crónica.
En la recuperación de una lesión lumbar es importante recuperar la fuerza de los músculos afectados pero también se debe conseguir la activación correcta de éstos. Por eso es importante añadir a un programa de ejercicios, el entrenamiento de la propiocepción con movimientos coordinados donde participen las piernas y el mantenimiento del equilibrio.
Maria says
¡Hola Dr. Serrano!
Somos el Instituto Médico Arriaza y Asociados en A Coruña y hemos dado con su post por casualidad. Únicamente comentarle que nos ha parecido un artículo excelente para explicar esta patología tan frecuente.
Le invitamos a visitar nuestra web y redes sociales y a conocer nuestros servicios entre los que se incluye una excelente Escuela de Espalda.
Un saludo, Dr, seguiremos su Blog!
Dr. Serrano Sáenz de Tejada says
Hola María, he podido visitar la web, enhorabuena por vuestra actividad. Muchas gracias por tus palabras. Un saludo. (En los comentarios tenemos la política de no incluir enlaces).
Miriam says
Gracias por vuestro trabajo y vuestra generosidad en compartir vuestro conocimiento.
Dr. Serrano Sáenz de Tejada says
Muchas gracias Miriam, un saludo.