
La profesión de dependiente requiere muchas horas atendiendo al público. Las tareas a realizar son muy variadas en función del tipo de tienda o establecimiento en el que desarrolle su labor. Hoy voy a centrarme en dos problemas muy típicos que ocurren al dependiente. Uno afecta a la espalda y el otro al cuello.
El primer problema que me he encontrado con mucha frecuencia en la consulta son los problemas lumbares en un dependiente que no realiza ningún tipo de esfuerzo físico con el que relacionar su dolencia. Sin embargo, al indagar en sus actividades laborales no salgo de mi asombro cuando me cuentan que pasan las horas que dura su jornada laboral de pie parados.
Si estamos 7 o 9 horas seguidas de pie es cuestión de tiempo que tengamos un problema en la espalda. Los músculos encargados de estabilizar nuestra columna lumbar están diseñados para resistir pero ni en broma van a aguantar todas esas horas sin agotarse. Una vez agotados, la espalda pierde la protección y estabilidad dinámica que nos da esta musculatura. Se producirán movimientos menos armónicos entre las vértebras y estaremos más vulnerables a las malas posturas y los gestos inadecuados. En una espalda sin lesiones, en una persona que cuida su peso y alimentación, probablemente podamos estar meses o incluso años sin sufrir grandes problemas en la espalda. Pero los problemas llegarán. Es cuestión de tiempo.
Una vez que sufrimos una lesión en la espalda la cosa cambia. En este momento nuestra espalda sí nos hará pagar los excesos. Tras la primera lesión, ya no aguantaremos todas esas horas de pie seguidas porque la espalda se quejará. Esto lo saben las personas que sufren de lumbalgia crónica.
Dicho todo esto, es muy llamativo cómo en muchos comercios los trabajadores no tienen una sola silla a su alcance para sentarse cada cierto tiempo. Más me llama la atención en empresas grandes con servicios de prevención donde no se ha puesto remedio a este problema.
La solución es sencilla. Un dependiente debe sentarse uno o dos minutos cada media hora de trabajo. Es la única manera de que la musculatura aguante toda la jornada laboral.
El segundo problema que nos encontramos en las consultas está en el cuello. Hay dos tipos de gestos que nos pueden provocar dolor cervical.
Uno es el simple hecho de manejar pesos. Hay que ser muy conscientes de nuestras capacidades y no intentar manejar pesos por encima de nuestras posibilidades. También hay que tener en cuenta el esfuerzo acumulado. Si tenemos que estar toda la mañana reponiendo una estantería, por ejemplo, si no descansamos cada cierto tiempo, llegará la sobrecarga.
Otro gesto a tener en cuenta es el manejo de objetos por encima del nivel de los hombros. Por un lado, cuando manejamos objetos en alto miramos hacia arriba que es el peor gesto para el cuello y el más peligroso. Por otro lado, cuando tenemos los brazos en alto se pone en tensión toda la musculatura cervical y si tenemos el cuello en mala postura nos podemos hacer daño.
En definitiva, el mayor riesgo para la espalda y el cuello del dependiente está en pasar demasiado tiempo seguido de pie o en la acumulación de esfuerzos repetitivos en la misma postura. Muchos pacientes me confiesan que no pueden cambiar los hábitos porque sus jefes no les dejan. Les regañan si les ven sentados. En mi humilde opinión, no creo que un dependiente rinda menos por descansar un minuto cada media hora. Es más, si se encuentra con energía según transcurre la jornada laboral seguro que hará su trabajo mucho mejor.