
En un post anterior hablábamos de la segunda vértebra cervical llamada Axis. Está vértebra tiene la llamada apófisis odontoides. En este post hablábamos de la relación que tiene con la primera vértebra cervical, el atlas. Hoy vamos a hablar de una alteración de la apófisis odontoides conocida con el nombre de os odontoideum que altera la relación que tiene con el atlas como ahora veremos.
¿Qué es el os odontoideum?
El os odontoideum es una separación de la apófisis odontoides del resto del axis. Es una lesión rara de esta vértebra. Fue descubierta por primera vez en el año 1886 por un señor llamado Giacomini. Esta separación eliminaría el tope de hueso que da estabilidad entre las vértebras C1 y C2. Si nos fijamos en la imagen de debajo, la vértebra de arriba (el atlas) no se desplaza hacia atrás debido a que choca con la apófisis odontoides. Sin este tope se puede generar inestabilidad. En esta lesión el diente del axis tiene bordes redondeados. Esto se diferencia de una fractura en la que los bordes serían irregulares.
En ocasiones se puede llegar a confundir con el llamado ossiculum terminale. Esto es un centro de osificación secundario que no termina de fusionarse con el resto del diente del axis. Esta alteración está por encima de los ligamentos alares por lo que no genera inestabilidad. Sería una variante normal del axis sin importancia.
¿Cómo se produce el os odontoideum?
Hay dos teorías principales de cómo se produce. Una teoría defiende que es un defecto congénito, es decir, que nacemos con la lesión. La otra teoría postula la posibilidad de que se deba a un evento traumático.
La teoría congénita explica que el os odontoideum sería una anomalía debido a la falta de fusión entre el diente y el cuerpo del axis durante el desarrollo. Sería una forma más de alteraciones del desarrollo como lo es el ossiculum terminale que comentábamos antes. Hay varios hechos que respaldan esta teoría como son la existencia de un caso de gemelos con este defecto o una familia que heredaba la lesión, entre otros.
La teoría traumática propone que hay una fractura que pasa desapercibida y que se sigue de una necrosis de la base de la apófisis odontoides por faltarle el adecuado aporte de sangre. Esto causaría la remodelación y finalmente el os odontoideum. Es conocido que la base del diente del axis es una zona con menos resistencia y con mayor deficiencia en el aporte sanguíneo.
En la actualidad, la evidencia existente sugiere que la mayoría de las ocasiones se debe a un origen traumático debido a la posición del diente del axis en las pruebas de imagen.
¿Qué síntomas da el os odontoideum?
Hay varias posibilidades. En ocasiones es diagnosticado de forma casual al hacer una radiografía en pacientes que no tienen síntomas previos. Otra posibilidad es que se vea en un paciente que acude por dolor cervical. Esto no significa que haya una relación directa entre el dolor y la lesión ya que el dolor cervical es muy frecuente y puede tener muchas causas diferentes.
La verdadera preocupación de esta lesión es la posibilidad de producir una lesión medular. También hay casos, más raros, de lesión cerebral por la interrupción del flujo de sangre a ciertas regiones.
¿Que hay que hacer si tengo un os odontoideum?
La evolución de estas lesiones es muy variable. Hay personas que están sin síntomas mucho años. Sin embargo, también hay casos dramáticos de personas que han tenido una lesión medular tras un traumatismo moderado.
Lo primero que hay que hacer es ampliar el estudio con pruebas de imagen como el TAC y la RMN. En casos asintomáticos se pueden hacer radiografías dinámicas para ver si hay inestabilidad. Estas se hacen con el cuello en flexión y en extensión. Se deben hacer con mucha precaución y directamente no se debe hacer si hay síntomas neurológicos.
Si hay una inestabilidad o hay síntomas neurológicos parece razonable una cirugía para estabilizar la zona. Dicho estos hay casos de personas con inestabilidad que han sido evaluados durante años sin producirse síntomas neurológicos aunque también hay casos de daños graves como comentaba antes.
En los casos asintomáticos donde no se aprecia inestabilidad, lo más habitual es hacer un seguimiento periódico para ver que la situación se mantiene así. En los estudios que hay con estos pacientes, la mayoría no tuvieron problemas neurológicos en los años de seguimiento.