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Quiste óseo aneurismático

octubre 2, 2017 by Dr. Serrano Sáenz de Tejada

Quiste óseo aneurismático

La mayoría de las veces que nos encontramos con síntomas de ciática o dolor lumbar hablamos de la hernia discal como el culpable. Esto no es así siempre y en el blog voy explicando enfermedades y lesiones diferentes que pueden provocarnos síntomas parecidos. Hoy le toca el turno a una lesión “benigna” pero problemática que se llama quiste óseo aneurismático.

¿Que es un quiste óseo aneurismático?

Es una lesión en forma de quistes que tiene un origen vascular, es decir, nace por un problema en los vasos sanguíneos. Son lesiones con forma de quiste aunque no son realmente quistes. Son cavidades rellenas de sangre básicamente. No son quistes estrictamente porque no tienen la cubierta típica de estos. Tampoco tienen nada de aneurismáticos por lo que el nombre se sabe que no es muy acertado pero se le llama así.

El problema es que estos quistes se expanden y pueden crecer rápidamente y destruir el hueso de alrededor. Lo habitual es que sean lesiones aisladas en una región del cuerpo. Lo habitual es que esta lesión la tengan adolescentes y son algo más frecuentes en niñas que en niños.  Tal es así que el 90% aparecen en personas menores de 30 años. Esta lesión puede aparecer en cualquier hueso pero una de las zonas más frecuentes es la parte posterior de la columna. Por este motivo estamos hablando de ello hoy aquí. Otras zonas es las que se ven con frecuencia son los huesos largos como son el fémur, la tibia o el húmero.

¿Es un tumor maligno?

Es un tumor benigno. Esta considerada una neoplasia, es decir, se podría hablar de tumor pero no es maligno. Es este sentido no es una lesión que vaya a dar metástasis o una progresión mortal, pero tiene otros problemas. Como hemos comentado tiene tendencia a crecer y destruir hueso lo que la hace localmente agresiva.

¿Qué síntomas produce un quiste óseo aneurismático?

Estos quistes sobre todo dan dolor e inflamación localizada allá donde crece. El problema es que tiene un crecimiento agresivo que va erosionando el hueso de alrededor. Esto puede llegar a producir fracturas del hueso en el que está y dañar las estructuras que están a su alrededor. Tratándose de un niño, por ejemplo podría dañar el cartílago de crecimiento y alterar el desarrollo de ese hueso.

En el caso de la columna se pueden lesionar estructuras nerviosas como son la médula espinal y las raíces nerviosas. Esto provocaría complicaciones neurológicas que pueden ir desde un dolor ciático hasta parálisis severas por afectación de la médula. Esto depende de la localización de la lesión.

Diagnóstico del quiste oseo aneurismático

Lo habitual es detectarlo en una radiografía como una lesión que destruye hueso (lesión lítica). Se puede ver como una lesión loculada, con muchas pequeñas cavidades, como si hubiera pompas de jabón dentro.

Estas características no son exclusivas de esta lesión. Se podría confundir con otro tipo de tumores, benignos y malignos, como son el tumor de células gigantes, osteoblastoma, osteosarcoma y condroblastoma. También hay que comprobar que no hay otras lesiones asociadas ya que en un pequeño porcentaje se produce un quiste óseo aneurismático secundario a otro tumor. Por estos dos motivos es importante asegurar que se trata de un quiste óseo aneurismático y que es primario, es decir, que ha surgido de nuevo sin relación con otras lesiones.

Tras la detección inicial pueden ser necesarias otras pruebas de imagen para darnos más detalles. Esto nos acercará mucho más al diagnostico con menos probabilidad de confundirla con otra lesión y con detalles de los tejidos de alrededor. Aún así no estaremos seguros al cien por cien.

La única manera de saber a ciencia cierta que estamos ante un quiste óseo aneurismático es cogiendo una muestra y analizándola. La manera ideal es mediante una biopsia, es decir, operar y obtener una muestra. En ocasiones se realiza una punción aspirando contenido del quiste pero la eficacia diagnóstica no supera a la biopsia.

Tratamiento del quiste óseo aneurismático

Los objetivos del tratamiento son el frenar la progresión de la lesión intentando aliviar el dolor y que no vuelva a salir (lo que llamamos recidiva). La recidiva es uno de los principales problemas en el tratamiento de esta lesión. En función del tratamiento hay mayor o menor riesgo de que vuelva a aparecer. También puede ser necesario dar estabilidad a una fractura que se haya producido. Vamos a ver las diversas formas de abordar el problema:

– Escisión quirúrgica e injerto de hueso. Esta es la fórmula más efectiva siempre que sea posible. El cirujano nos opera y elimina toda la lesión. Después pone injerto de hueso para rellenar los defectos provocados. Esta es la mejor manera de que la lesión no vuelva a aparecer pero es la más agresiva. Vamos a producir más daño que con otras técnicas y hay zonas donde directamente es imposible por haber estructuras importantes alrededor.

– Curetaje. Esto consiste en el raspado de la lesión para eliminarla de forma menos agresiva. Este es el abordaje habitual para estas lesiones. El problema es que hay mayores probabilidades de recidiva por lo que se añaden otros gestos. Se han usado  junto al curetaje sustancias como el argón, cemento, fenoles y la crioterapia.

– Embolización. Esta técnica consiste en cortar el flujo de sangre de las arterias que rodean a la lesión. Esto se puede usar como único tratamiento en lesiones de difícil acceso o como una ayuda para limitar el sangrado durante otro procedimiento. Depende de la localización de la lesión puede no ser posible.

– Radioterapia. En el pasado se han producido algunos problemas con esta técnica. Están descritas deformidades en la columna y aparición de un sarcoma como consecuencia del tratamiento. Hoy día han mejorando las técnicas y probablemente estas complicaciones queden en anécdotas del pasado.

– Escleroterapia. Mediante sustancias químicas se provoca una trombosis de los vasos que afectan a la lesión.

– Técnicas percutáneas. En lesiones pequeñas y poco agresivas se ha visto que la toma de biopsia puede precipitar la curación de la lesión. Intentar romper la estructura interna del quiste puede ser una opción muy poco agresiva que solucione el problema en casos seleccionados.

– La doxiciclina es un antibiótico con propiedades antitumorales que se ha llegado a usar  con éxito inyectándolo en la lesión.

– Tratamiento médico con bifosfonatos. Es una opción con cierta eficacia para casos que no se pueden operar.

– El tratamiento con denosumab puede ser una opción en zonas donde la actuación quirúrgica sea complicada o desaconsejada. Es un anticuerpo monoclonal que inhibe la resorción ósea.

En definitiva, hay muchas opciones en función de cada lesión aunque lo más extendido es el curetaje y posterior injerto o añadiendo algunas de las técnicas comentadas.

Filed Under: Lesiones y enfermedades

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