
La mayoría de las escoliosis son idiopáticas (de causa desconocida) y no tienen más problemas asociados que la propia deformidad vertebral. En este sentido lo más útil para detectarlas en la infancia es la exploración física en la consulta. Una vez que se sospecha la escoliosis lo habitual es realizar una radiografía de la columna completa para ver el tipo y grado de la escoliosis. También nos va a servir de punto de referencia en la vigilancia de la evolución de la curva durante el crecimiento. En la mayoría de los casos con estas pruebas de imagen será más que suficiente.
Hay algunas situaciones que pueden sugerir que estamos ante un problema que no se limita a la deformidad de la columna. Una de las posibles consecuencias de estas variantes es la afectación de la médula espinal y para ver cómo está la médula realizamos una resonancia magnética (RMN) de toda la columna. Como hemos dicho, lo normal es que no sea necesario hacerla. Vamos a comentar en este post qué situaciones hacen recomendable el estudio de la columna con resonancia.
– Lo habitual en la escoliosis es detectar una curva leve-moderada y que se produzca un posible aumento de esta curva durante los picos de crecimiento. Si la escoliosis empieza antes de los diez años y progresa más de 10º al año en el ángulo de Cobb debemos realizar una resonancia magnética de la columna completa.
– Cuando en la radiografía vemos signos de que puede haber lesiones dentro del canal medular como una infección o un tumor es obligado el estudio con resonancia magnética.
– En ocasiones la escoliosis nace de alteraciones congénitas en la formación de las vértebras. Cuando detectamos este tipo de malformaciones debemos ampliar el estudio con esta prueba. Es importante descartar otras deformidades que afectan al sistema nervioso central y que pueden ir asociadas. Las hipercifosis muy pronunciadas también requieren valorar el estado de la médula en estos niños.
– En algunos casos el desarrollo de la escoliosis se puede acompañar de síntomas neurológicos como el dolor de cabeza, dolor de cuello, pérdida de fuerza, dolor que despierta al niño por la noche o que limita actividades. La resonancia nos permite detectar problemas asociados como puede ser el Arnold Chiari.
– Al evaluar al niño con escoliosis valoramos el cuerpo entero durante la exploración física en la consulta. Hay signos que nos pueden sugerir que no estamos ante una escoliosis típica como son: la presencia de un pie cavo, la pérdida de musculatura en alguna región del cuerpo, alteraciones en los reflejos osteotendinosos y las lesiones en la piel que sugieran enfermedad.
– Las curvas típicas en la escoliosis idiopática se producen en una dirección determinada. Tenemos una curva lumbar hacia la izquierda y una curva torácica hacia la derecha (siempre mirando al paciente o la radiografía por la espalda, desde detrás). En ocasiones, vamos a detectar pacientes con las curvas al revés, es decir, lumbar derecha y dorsal izquierda. Al tratarse de curvas atípicas, es interesante completar el estudio con resonancia para descartar complicaciones.
En resumen, en ocasiones es necesario realizar una resonancia magnética de toda la columna para completar el estudio de una escoliosis. En un poco molesta la prueba porque se hace larga para un niño, incluso a veces es recomendable dividirla en diferentes días. Hemos expuesto los motivos principales que nos llevan a los médicos a pedir esta prueba pero corresponde al especialista que nos conoce y ha seguido nuestra evolución evaluar la conveniencia o no de realizarla.