
El dolor es un mecanismo que nos alerta de un daño para poder protegernos y evitar lesiones. Si el mecanismo no funciona bien, podemos tener dolor que continúa a pesar de que el daño inicial que lo desencadenó ya esté curado. De alguna manera funcionaría el mecanismo con vida propia. La manera en que sufrimos el dolor es el resultado de mecanismos complejos en el organismo y que se ve influenciado por muchos factores. Hoy quiero explicar lo que es la sensibilización central y su influencia en la cronificación del dolor. Lo haré evitando meterme en cuestiones muy técnicas que darían para escribir un libro pues hay muchas investigaciones sobre este tema.
El mecanismo del dolor comienza cuando los receptores del dolor (a los que llamamos nociceptores) detectar un daño. Estos receptores mandan una señal a través del nervio sensitivo. Estos receptores los tenemos en todas partes del cuerpo como pueda ser la piel, el intestino o una articulación entre otros. La señal va a viajar por el nervio sensitivo hasta llegar a la médula. Una vez en la médula, sube por las vías que van por la parte de atrás (lo que llamamos cordones posteriores) hasta el cerebro. El cerebro después interpreta este dolor. La interpretación del dolor es compleja y muchas áreas diferentes del cerebro pueden actuar sobre esta interpretación.
En todo este proceso hay mecanismos que modulan la interpretación y la vivencia final de dolor que tenemos. Un cambio en alguno de estos mecanismos nos puede empujar a la cronificación del dolor.
Dolor crónico y sensibilización central
La médula se va a encargar de amplificar la señal dolorosa que llega desde el nervio periférico para enviarla al cerebro. En el dolor crónico se ha visto como hay cambios estructurales y funcionales en este mecanismo. Hay cambios funcionales en las propias neuronas de tal forma que esta amplificación ya no la genera el estímulo doloroso. Esta nueva estructura va a generar potenciales aumentados a estímulos que antes ni siguiera llegaban al umbral del dolor.
Se sabe por experimentos que el estímulo doloroso continuado de alta frecuencia provoca esta sensibilización. Por eso un experiencia de dolor intenso o un dolor significativo continuado puede provocarnos una sensibilización central. Esto hace recomendable hacer lo posible por controlar el dolor cuando se produce tras una lesión aguda.
La sensibilización no solo ocurre a nivel medular, aunque es sitio más estudiado y conocido. Se conocen alteraciones a nivel del tálamo y la corteza cerebral. Son estructuras que están dentro del cerebro. Hay estudios con aparatos como la resonancia magnética funcional, que permiten ver imágenes de actividad cerebral en vivo, que demuestran los cambios en la actividad en los casos de sensibilización central.
¿Qué síntomas provoca la sensibilización central?
La sensibilización central va a provocar que tengamos dolor a pesar de que la lesión original ya esté “cicatrizada”. Puede estar siempre presente o que sea un dolor que aparezca de repente sin motivo. Podemos tener sensaciones de dolor desproporcionado al estímulo (lo que llamamos hiperalgesia), es decir, que duela mucho algo que debería ser una molestia. También se puede tener dolor ante estímulos que no deberían provocan dolor (se llama alodinia).
El dolor crónico y la sensibilización central no son procesos irreversibles. Cada vez se conocen mejor los mecanismos que llevan a ello aunque falta mucho por investigar. La sensibilización y la cronificación del dolor puede durar años pero también puede llegar a revertir. ¿Como? Si se corta el mecanismo de producción de dolor, se puede revertir la sensibilización central. En el caso del dolor lumbar por ejemplo, es importante entender el mecanismo del dolor crónico lumbar (dejo enlace). También todos los aspectos que comentamos a lo largo de la web que pueden ayudar a revertirlo.