
Casi todos conocemos lo que es una tortícolis. Alguna vez nos hemos levantado con el cuello torcido y no podemos enderezarlo por dolor. Esta sensación ocurre con cierta frecuencia y se suele pasar en unos días. Es lo que llamamos de forma genérica tortícolis. Literalmente la palabra se refiere a “cuello torcido”. En ocasiones esto aparece en un recién nacido y nos damos cuenta en las primeras semanas de vida habitualmente. Hoy vamos a analizar qué significa y qué importancia tiene esto.
Si nuestro bebé tiene el cuello girado hacia un lado y no gira hacia el otro, lo más frecuente es que sea una cuestión postural. Ya sea por la preferencia del bebé o porque se le está estimulando siempre por el mismo lado, el niño tiene la cabeza girada hacia el mismo sitio. Esto puede dar la falsa sensación de tener una limitación estructural en el cuello. La realidad es que tener una verdadera limitación estructural es raro.
Cuando hay una deformidad estructural por así decirlo, casi siempre es debido a una afectación a nivel del músculo esternocleidomastoideo. Este músculo se encarga de girar la cabeza hacia un lado y a la vez inclinar la cabeza hacia el lado contrario. Puede ocurrir que se forme una fibrosis o una retracción en este músculo que limite la elasticidad del mismo. En estos casos es posible tocar el bulto o el engrosamiento del músculo y no seremos capaces de movilizar el cuello del niño normalmente debido a la limitación de este músculo.
Dentro de las deformidades podríamos incluir las malformaciones de la columna pero son otro tema aparte y no pasan desapercibidas por todo lo que conllevan y los problemas que van asociados a ello. Siguiendo con otras alteraciones del aparato locomotor, una fractura de clavícula, por ejemplo, puede también alterar la preferencia del niño en la postura de la cabeza.
Las tortícolis en los bebés son muy frecuentes y en la mayoría de los casos, como comentábamos antes, son pequeñas alteraciones dentro de un desarrollo neurológico normal. Al bebé le colocamos en una postura en la que recibe los estímulos siempre por el mismo sitio. En cuanto corregimos estos hábitos en la consulta en cuestión de semanas el niño mueve la cabeza hacia los dos lados sin problemas. De hecho, en estas situaciones, el tratamiento inicial son ejercicios para realizar con nuestro bebé en casa. Sólo si no hay mejoría con el paso de las semanas puede ser necesario el tratamiento con un fisioterapeuta. En algunas ocasiones, sin embargo, la tortícolis es reflejo de una alteración neurológica con afectación del sistema nervioso central (a nivel cerebral sobre todo) con un retraso psicomotor del niño. También cabe mencionar la afectación en los ojos como pueda ser un estrabismo como causa de tortícolis, debido a la postura compensatoria.
Hemos hablado de la tortícolis congénita pero una tortícolis puede surgir por causas que no son congénitas. En estos casos el inicio suele ser más llamativo porque de un día para otro comienza con la tortícolis. Aquí entran en juego un abanico más amplio de posibilidades y requiere el estudio por parte del pediatra. En esta lista entran problemas como el reflujo, las infecciones, medicamentos (como el primperam que comentaba en otro post), tumores y una larga lista de enfermedades que pueden causarlo. No estamos hablando ya de un problema que surja en el nacimiento sino que puede aparecer durante los meses y años posteriores.
En resumen, en las primeras semanas de vida de nuestro bebé puede ocurrir que no gire la cabeza hacia un lado, lo que llamamos tortícolis congénita. Rara vez se deberá a un problema neurológico o del músculo esternocleidomastoideo. La mayoría de las veces será un problema postural y de estimulación insuficiente por el lado limitado que se solucionará con ejercicios sencillos.