
En los últimos años se está popularizando una manera de realizar una anestesia general sin utilizar opiáceos. Es la llamada OFA por el término en inglés “opioid free anesthesia”. Vamos a ver por qué se usan opiáceos en la anestesia, en qué consiste esta nueva técnica y por qué puede ser una ventaja.
¿Qué problema tienen los opiáceos en la anestesia?
Todos conocemos como alguien habituado a consumir alcohol es capaz de tomar mucho antes de notar sus efectos. Sin embargo, alguien que no bebe habitualmente puede notarse algo mareado con una simple copa de vino o cerveza. Algo similar ocurre con los opiáceos donde nos hacemos tolerantes y necesitamos dosis más altas para tener el mismo efecto. Esto es cierto en parte pero no del todo y supone un problema como ahora veremos.
Imaginemos una persona con un dolor crónico de espalda que está tomando algún tipo de medicamento opiáceo como puedan ser los parches de fentanilo. Su espalda empeora con los años y llega el momento en que sus médicos le recomiendan una intervención. Cuando le valora el anestesista previo a la cirugía, se da cuenta de que va a necesitar dosis más altas de opiáceos para conseguir el efecto necesario. Esto es debido a la habituación como comentábamos antes.
Entonces, ¿dónde está el problema? La habituación que tiene el tomador crónico de opiáceos no se aplica a todos los efectos del medicamento. Uno de los efectos secundarios peligrosos es la depresión respiratoria donde el paciente deja de respirar de forma normal. Pues bien, este efecto no cambia porque estés habituado. Si damos dosis muy altas, el paciente tiene este riesgo aunque esté habituado a los opiáceos.
Pero esta no es la única preocupación. Se sabe que los opiáceos disminuyen la inmunidad del paciente y por lo tanto aumentan el riesgo de sufrir una infección. Otro efecto secundario es la debilidad del músculo faríngeo que produce tendencia a que se obstruya la vía aérea. Este riesgo está aumentado en pacientes obesos y los que tienen el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS).
El uso de altas dosis de opiáceos aumenta el riesgo de sufrir hiperalgesia (dolor con estímulos que no deberían producir dolor) y dolor crónico. Este efecto es indeseable en procesos crónicos doloroso como ocurre en ocasiones con las lesiones de espalda. A todo esto hay que unir el problema creciente de adicción a los opiáceos.
¿Por qué utilizamos opiáceos para anestesiar a un paciente?
Debido al problema que supone la anestesia general para los pacientes que están habituados al consumo de opiáceos y los obesos, se ha desarrollado una alternativa sin el uso de opiáceos. Para entenderlo primero hay que explicar por qué utilizamos opiáceos para operar a un paciente.
En los inicios de la anestesia se utilizaron agentes como el óxido nitroso o el éter. Cómo anécdota, el óxido nitroso era el llamado gas de la risa. Se utilizaba para hacer espectáculos donde se le daba el gas a gente del público y todos observaban el comportamiento desinhibido de estos. En 1844 un médico llamado Horacio Wells acudió a un espectáculo donde se utilizaba el óxido nitroso. Observó como una de las personas en el escenario se hizo una lesión en la pierna y siguió bailando como si nada. Tras esto decidió probarlo en un procedimiento para extraer una muela y comprobó que lo podía realizar sin dolor.
Al anestesiar a un paciente con este tipo de sustancias había varios problemas sin resolver. El paciente podía no enterarse de nada pero su organismo seguía respondiendo a la agresión que supone la cirugía. Las incisiones que se realizan en los tejidos del cuerpo aceleraban el corazón, subían la tensión y muchos pacientes morían de un infarto. Esto es debido a la estimulación del llamado sistema simpático del que hablábamos en otro post. Para evitarlo había que conseguir que el cuerpo no reaccionara de esta forma y conseguir controlar la reacción del sistema simpático. Esto se consiguió con el uso de los opiáceos.
¿Cómo es la anestesia libre de opiáceos (OFA) y para quién?
El uso fundamental de esta técnica va a ser en las cirugías de las personas obesas y en los tomadores crónicos de opiáceos. Por todo lo comentado hasta ahora parece lógico pero, ¿por qué no usamos OFA para todos?
La OFA no es sencilla. Requiere el uso de varios fármacos para controlar la respuesta del sistema nervioso simpático durante la cirugía y regular la respuesta del sistema cardiovascular. Esto implica una mayor preparación del proceso de la anestesia y una mayor supervisión del anestesista como ahora veremos.
Los fármacos utilizados para inhibir el sistema simpático anulan tan eficazmente esta reacción que tiene un problema. Si el cuerpo necesita que el corazón se acelere por ejemplo, no lo va a poder hacer. Estas reacciones del organismo son muy útiles para el anestesista para saber si algo va mal. Hay unas máquinas en el quirófano que pitan si se alteran parámetros como este. Al anular esta capacidad de reacción del organismo, el anestesista tiene que estar muy pendiente para poder detectar problemas que surjan durante la intervención.
A esto se une la limitada experiencia y estudios que hay todavía con la OFA. Probablemente, con el tiempo, cada vez se use en más procedimientos. Los problemas de espalda están asociados con dolor crónico y uso de opiáceos. Las características de estas lesiones y el tipo de cirugía que suponen, las convierten en candidatas al uso de la anestesia libre de opiáceos.