
En internet podemos encontrar mucha información sobre la ciática y las hernias discales. La ciática la provocan principalmente las hernias L4-L5 y L5-S1 aunque hay más causas. Esto es lo más frecuente y por eso se habla largo y tendido pero, ¿que ocurre si la hernia es L2-L3? En este caso estamos también en la región lumbar pero la situación es muy diferente. Vamos a ver lo que es la cruralgia.
No tendremos una ciática con una hernia L2-L3 porque las raíces nerviosas que pasan por allí no forman parte del nervio ciático. Entonces, ¿qué produce? Si se afectan las raíces L2, L3 o L4 podemos tener una cruralgia. Se llama así porque estas raíces van a formar, entre otros nervios, el nervio crural (o femoral). Al tener una parte sensitiva este nervio puede doler.
En la imagen podemos ver en verde cómo se forma el nervio crural con las raíces L2, L3 y L4 y desciende por delante de la pelvis hasta el muslo.
Síntomas de una cruralgia por hernia L2-L3
He puesto a modo de ejemplo la hernia L2-L3 pero una hernia L1-L2 o L3-L4 podría producir también una cruralgia. Como hemos hablado otras veces los nervios tienen dos funciones principales que son: recoger la sensibilidad y mover los músculos.
Si se lesiona la parte sensitiva de la raíz nerviosa de L1 a L3 notaremos sensaciones desagradables en la parte anterior del muslo. Dependiendo de la raíz afectada estas sensaciones pueden quedarse en la zona inguinal o bajar más por el muslo. Las sensaciones pueden ser de tipo calambres, quemazón, pinchazos, presión, hormigueos o pérdida de sensibilidad. Cuando la raíz está atrapada, al igual que ocurre con la ciática, podemos notar una sensación eléctrica. En esta ocasión la notaremos por la parte anterior del muslo, normalmente en gestos que llevan la pierna hacia atrás.
A nivel muscular, las raíces L2 a L4 mueven los músculos aductores y el cuádriceps. El psoas es el tercer gran músculo que es movido por estas raíces aunque en este caso serían L1, L2 y L3. Una lesión de la parte motora de la raíz nerviosa puede afectar a la fuerza de estos músculos.
¿Cómo se diagnostica una cruralgia?
Diagnosticar una cruralgia y sus posibles complicaciones es más difícil que en un caso de ciática. Lo que más información nos da a los médicos es la conversación que tenemos con el paciente y la exploración física posterior.
Hay lesiones que pueden dar síntomas parecidos y no siempre es fácil detectar el origen del problema. Por ejemplo, un dolor inguinal puede tener su origen en una inflamación de la articulación de la cadera, en una lesión muscular del psoas o en una lesión de la raíz L1 además de otras posibilidades.
Si sólo se afecta la raíz sensitiva los síntomas pueden ser confusos, sobre todo cuando la raíz no está atrapada. El atrapamiento se puede detectar con una maniobra que se llama Laségue invertido que tampoco es fácil de realizar e interpretar correctamente. Una vez sospechado, una resonancia magnética puede confirmar que una hernia está dañando el nervio.
La detección de la afectación de la raíz motora tampoco es sencillo. Es complicado cuando el grado de daño es de leve a moderado y sólo se hace evidente en lesiones muy severas. La lesión motora afectaría a la fuerza del músculo. Los músculos que se afectan son muy potentes y por eso son difíciles de evaluar. Pongamos por ejemplo el cuádriceps. Para detectar una pérdida de fuerza podríamos pedir al paciente que extienda la rodilla con fuerza mientras nosotros resistimos el movimiento con nuestras manos. El cuádriceps es tan potente que se tendría que perder más del 50% de la fuerza para que pudiéramos detectar un déficit resistiendo el movimiento con las dos manos.
Debido a esta limitación también se realizan maniobras en carga. Se pide al paciente que realice determinados ejercicios de flexión sobre cada pierna para ver las capacidades del músculo. En una situación donde hay dolor puede no quedar claro si hay una verdadera pérdida de fuerza.
Tenemos una herramienta que nos puede ayudar a saber si la raíz motora se ha afectado, que es la electromiografía. Muchas veces nos puede ayudar en el diagnóstico e incluso sacar de dudas sobre el alcance de la lesión. Este detalle es importante porque en ocasiones puede marcar la diferencia entre operar o no operar. En un próximo post hablaremos de cuándo es necesario operar una cruralgia secundaria a una hernia discal.