
En las lesiones de la espalda y el cuello en ocasiones se dañan las raíces nerviosas que se encargan de mover la musculatura de las piernas y los brazos. Como explico en los posts de anatomía, las raíces nerviosas salen de cada segmento vertebral, es decir, entre cada dos vértebras que están articuladas entre sí. En la zona cervical tenemos las raíces desde C4 hasta C8 que después se van uniendo para formar los nervios más grandes que bajan por el brazo. En la región lumbar ocurre algo similar con las raíces desde L1 hasta L5 y S1, que forman los nervios que van a las piernas. Estos nervios mueven los músculos, pero, ¿qué ocurre con un músculo tras la lesión de un nervio o de una raíz nerviosa?
Dicho esto lo normal es que una hernia no dañe el nervio. Además, cuando se daña una raíz nerviosa, suele afectarse la parte sensitiva. Esto hace que es más frecuente que tengamos dolor y hormigueos y no una afectación muscular.
¿Cómo se afecta el músculo en una hernia discal?
En una hernia discal se puede dañar una raíz nerviosa. Como hemos comentado las raíces se juntan para formar los nervios. Esto significa que si se daña una raíz, no todo el nervio está dañado, solo parte. Si además añadimos que no se ha dañado completamente esta raíz, las lesiones en la zona cervical y lumbar muy rara vez darán parálisis completas de un músculo. Es una explicación un poco compleja, lo voy a decir de otra manera para aclararlo un poco más. Cada músculo del cuerpo recibe señal de varias raíces nerviosas. Si se daña una raíz, el músculo todavía tendrá señal de otras raíces.
Entonces supongamos que tenemos una hernia discal que nos ha dañado una raíz nerviosa motora (la parte que va al músculo). Los músculos que dependen de esta raíz tendrán una pérdida de sus capacidades de fuerza y resistencia.
¿Cómo se comporta un músculo tras la lesión de un nervio?
Para hacerlo más gráfico voy a explicarlo con un ejemplo. Imaginemos una hernia discal que ha dañado la raíz L5. Como cuento en el post donde hablo de ello, el principal problema que produce es una debilidad para llevar el pie hacia arriba, es decir, se produce lo que llamamos pie caído. Estas personas notan que les cuesta llevar el pie hacia arriba, como vemos en la imagen. Al tratarse de lesiones parciales como explicábamos antes, el paciente puede realizar el movimiento pero lo hace peor que antes.
El paciente se suele quejar de que cuando lleva un tiempo caminando el pie da como una palmada contra el suelo cuando apoya el talón. Según sigue caminando llega un momento en que se tropieza. Esto ocurre así por la fatiga del músculo. Un músculo al que no le llega toda la señal del nervio tiene menos fuerza y menos resistencia que un músculo sano. Además el músculo se cansa más rápido y le cuesta más recuperarse.
Volvamos al ejemplo. El paciente se despierta por la mañana descansado y el músculo no ha sufrido todavía. Se pone a caminar y, al principio, el músculo funciona mejor. En este caso estamos hablando del músculo tibial anterior que realiza la función de levantar el pie (se llama extensión dorsal del tobillo en Medicina). Este músculo tiene dos misiones. Por un lado, cuando apoyamos el talón al caminar, este músculo controla al tobillo de tal forma que el pie no caiga bruscamente hacia el suelo por el efecto del apoyo. Por otro lado, cuando el pie está en el aire este músculo levanta el pie para que no nos tropecemos al dar el paso.
Cuando el músculo comienza a cansarse su función falla y perdemos control en el apoyo y es entonces cuando se produce esa palmada del pie contra el suelo al apoyar y los tropiezos. Ahora explicaré las pautas a seguir siendo consecuentes con este mal funcionamiento del músculo.
¿Qué debemos hacer con un músculo que funciona mal por la lesión de la raíz nerviosa?
Durante la fase de recuperación hay que entrenar el movimiento y activar el músculo para estimular la recuperación. El peligro en esta fase es fatigar en exceso al músculo. Si lo hemos cansado mucho dejará de hacer su función correctamente. Este sobreuso puede provocar dolor muscular y se pueden producir lesiones en las articulaciones y tendones. Por ejemplo, si caminamos en exceso con el músculo fatigado. La clave está en que hay que entrenar el músculo a pequeñas dosis y dejándole tiempo de recuperación. Durante este proceso de recuperación en ocasiones es necesario utilizar ortesis (como las que describo en el post sobre la raíz L5) para ayudar al músculo en su función, evitando tropiezos en este caso.
Llega un momento donde el nervio no es capaz de recuperarse más y entonces hablamos de secuelas. Esto normalmente ocurre al año de la lesión más o menos, depende de los casos. En estas ocasiones es muy típico que el paciente continúe entrenando el músculo para ver si mejora la fuerza y la resistencia. ¿Es lo adecuado? En la mayoría de los casos no. Si nos levantamos por la mañana con el músculo descansado y lo entrenamos, se cansará. Hemos comentado que el músculo denervado (al que no le llega bien la señal del nervio) se cansa más rápido de lo normal y además le cuesta más recuperarse. Si lo fatigamos, durante el resto del día realizaremos nuestra vida diaria con el músculo agotado y funcionando mal. Lo correcto es no entrenarlo y dejar que el músculo dé el máximo de sus capacidades en nuestras actividades cotidianas. Cuanto más dosifiquemos el uso de este músculo, mejor aguantará el día. Es decir, si caminamos a pequeñas dosis haciendo muchos descansos, nos funcionará mejor a lo largo del día. Si caminamos mucho y se agota el músculo, el resto del día funcionará mal y se puede despertar más dolor y producir lesiones.
A pesar de economizar el músculo al máximo es muy típico que por la tarde tengamos muchos más síntomas que por la mañana, aumentando la posibilidad de tropiezos y zapateo al caminar (en el caso de la lesión L5 del ejemplo). De forma inconsciente los pacientes con este problema elevan la rodilla al dar el paso para evitar el tropiezo y pueden no darse cuenta de estos cambios.
Una sufridora más says
Me hubiera gustado comentar antes en esta entrada. No he podido por mi salud y estado de ánimo. A pesar de que llevo mi enfermedad relativamente bien, soy humana y estoy un poco desconcertada con los acontecimientos.
Aunque sé por su post de estadísticas de la web que esta web es muy activa, por lo que es evidente que tiene muchos lectores que seguro habrá con mi mismo problema. Al leer esta entrada, por el momento en que la escribió, me pareció escrita para intentar explicarme que es lo que me pasa a mi, sé que no lo es, pero así me sentí. Se lo digo para que sepa que además de útil, con esta entrada me hizo feliz.
En mi último comentario del 20 de enero le explicaba cómo me encontraba tras la EMO. A partir de ahí, a pesar de ponerme el inzitan y todo, he ido empeorando. Cada vez me dolía más la pierna, hasta que he tenido que recurrir de nuevo el andador. Ahora mismo ni con él voy bien. Es evidente que fui un poco ingenua, si no había ningún nervio pinzado, era evidente que el problema que yo tuviera no se había arreglado con la intervención, por lo que forzarme ha servido para empeorar mi clínica.
Me han hecho un EMG en el que de nuevo indican radiculopatía L5-S1 izquierda, ahora ya no ponen crónica, si no evolucionada, supongo que será lo mismo, querrán incidir en que esto es de años, ya en febrero de 2014 indicaban crónica. Ahora en algunos músculos su patrón de esfuerzo es neurógeno, no reducido cómo me aparecía en el EMG de noviembre de 2015. Lo que me cuesta entender, es si la lesión se quitó en abril 2015 cuando me hicieron la artrodesis, cómo es posible que no sólo no desaparezca la radiculopatía, si no que siga afectando de manera negativa a la musculatura. Como dice en este post tendré que economizar el uso de la musculatura, algo duro de asumir, tal y como estoy ya me da para muy poco.
El cirujano no se ha quedado conforme y me ha pedido una gammagrafía ósea en la que aparece una sacroileitis bilateral, más en el lado derecho, el que no me duele, también hay actividad osteoblástica en la zona lumbar, algo patológico pero normal creo si se está operado recientemente. Me han derivado a un reumatólogo que me ha pedido una resonancia lumbosacra y sacroiliaca, además de un estudio analítico incluido inmunológico por si hay una enfermedad reumática de base, es decir, que la sacroileitis no sea mecánica. Artritis no tengo ya me lo ha estudiado el cirujano. En definitiva estoy de nuevo en estudio, no creo que se aporte nada nuevo.
En la unidad del dolor hace un par de días me propusieron ponerme un neuroestimulador, pero hasta que no acabe el estudio reumatológico no harán nada.
No sé cómo el tener sacroileitis me afecta, bien no me vendrá, pero ahora mismo estoy perdida, si me muevo malo, me duele y me pongo peor, pero si tampoco me muevo también es malo, me ocurre lo mismo. Encontrar el límite es una tarea difícil.
Es curioso que sus post sobre el sacro han aparecido en el momento justo.
Como suelo hacer, agradecerle la labor que está realizando manteniendo esta web, es un tarea que no tiene precio.
Un saludo,
Una sufridora más
Dr. Serrano Sáenz de Tejada says
Hola sufridora, muchas gracias por tu aportación y por tu agradecimiento. La verdad no se si ha sido casualidad o no. Muchas veces voy escribiendo en función de las dudas que se plantean en los comentarios del blog, quizás me inspiraste ;). Voy a intentar ayudarte con tus dudas. El músculo necesita del nervio para poder funcionar. Un nervio es como un ramo de muchas fibras nerviosas. Si la mitad han muerto, solo llegará la mitad de la señal al músculo, por simplificar. Una vez que el nervio deja de tener capacidad de recuperación, lo normal es que nos quedemos con una capacidad determinada y que no vaya para adelante ni para atrás. En la EMG que te han hecho vienen a decir un poco esto. En el patrón neurógeno lo que vemos es que hay fibras que no se activan y que reflejan que ese cable está incompleto. En todo momento hablo de las capacidades del músculo. El dolor y las molestias de la pierna dependen también de otros factores como la afectación de las raíces sensitivas y la estabilidad lumbar. Esta estabilidad se ve mermada tras una cirugía por la pérdida de fuerza en el músculo. Cuando además se actúa sobre una zona ya operada, partimos de una situación más baja y los plazos de recuperación posteriores se alargan. En cuanto al dolor, cuando llevamos tanto tiempo se puede producir una sensibilización del sistema nervioso central que hace que el dolor siga aunque el estímulo sea pequeño. En cuanto a la afectación de las sacroiliacas, es muy frecuente tras una artrodesis. Estas articulaciones se comportan como el siguiente segmento vertebral al L5-S1 y se sobrecargan al inmovilizar este. En cualquier caso es obligado comprobar que no hay un problema reumático que lo esté causando. En cuanto a moverte, ante la duda mejor estar lo más activa posible. El cuerpo está hecho para moverse. Si no lo hace va perdiendo capacidades. Movernos también puede ayudar al ánimo si nos permite salir y estar al aire libre durante el día. En resumen, llevas poco tiempo para lo que una nueva intervención significa para tu cuerpo. Llevas mucho a las espaldas pero hay que seguir adelante. Intenta hacer pequeños ejercicios específicos si puedes y mantenerte activa a pequeñas dosis. En el día a día parecerá muy poco pero con el paso de los meses todo debería ir mejorando. Mucho ánimo, Un saludo.
Una sufridora más says
Sus respuestas no tienen desperdicio. Entiendo perfectamente lo que intenta transmitirme. El músculo da para lo que da debido a que el nervio con las secuelas que le han quedado de la lesión hace que funcione así y esto no va a cambiar, ni para peor, ni para mejor. Después está el dolor neuropático que de alguna manera el padecerlo hace que aún te vuelvas más sensible al dolor. Con este dolor me siento un poco culpable por no conseguir ser más fuerte que él, mira que lo ignoro, pero mi parte inconsciente es más poderosa que la consciente. Como paciente me da la sensación que soy responsable de sentirlo, por haberle dado quizás demasiada presencia, eso dicen algunos especialistas que lo tratan, pero se ve que no han sufrido este tipo de dolor, sobre el papel todo es más fácil.
En mi caso al tener sacralizada bilateralmente la L5 junto con la artrodesis L4-L5 hace que el sacro tenga aún más sobrecarga. Cuando me pongo a caminar además de la pérdida de fuerza en la pierna izquierda noto como si mi parte de abajo no pudiera con el peso de mi cuerpo, eso ocurre a los pocos minutos y así llevo desde el 2013, cada vez reduciéndose más ese tiempo. Aceptar que con 47 años tu aparato locomotor no funciona sólo por un problema mecánico, es duro, no hay ninguna enfermedad grave, no corre peligro tu vida, pero eres demasiado joven, te queda mucha vida por delante. Es cierto que uno no se puede rendir, yo no lo hago, ni lo haré, no va con mi forma de ser. Yo sigo, a pesar del dolor y la incapacidad funcional, haciendo mis ejercicios mancándome mis pequeñas obligaciones para sentirme útil. No creo que vaya a recuperarme mucho más, con mi evolución lo veo difícil, sólo puedo afrontar de la mejor manera la vida que me ha tocado vivir e intentar ser feliz con lo que tengo, no con todo lo que he perdido.
Un saludo,
Una sufridora más
Dr. Serrano Sáenz de Tejada says
Hola sufridora, el dolor que sentimos no es una decisión. No hay dos personas iguales en este sentido. Puede haber una persona que se hace adicta al tabaco por ejemplo y no es capaz de dejarlo mientras que otro puede fumar cuando quiere y no necesitarlo. La diferencia entre estas dos personas está en los receptores presentes en su organismo, no es una cuestión sólo de fuerza de voluntad. El grado de adicción depende mucho del organismo de cada persona y no de la sustancia es sí, es decir, que dejar de fumar no supone el mismo esfuerzo o sacrificio para todos igual. Con la respuesta del organismo al dolor pasa un poco lo mismo, no hay dos personas iguales. Lo que sí podemos modular en parte es nuestra actitud frente a él o el sufrimiento con el que lo vivimos. Aunque esto es complicado porque entran a jugar muchos factores. El objetivo no sería intentar controlar el dolor o ignorarlo. Lo que funciona, por simplificar, es llenar la cabeza de objetivos e ilusiones diarias de tal forma que la importancia del dolor va quedando relegada en nuestro cerebro. No cambiamos el dolor pero sí poco a poco podemos cambiar la vivencia que tenemos de este dolor. Decir esto queda muy bonito pero conseguirlo es toda una ciencia. De hecho está muy de moda estas personas que dan charlas de cómo ser más feliz. Incluso los psicólogos ya no se anuncian como psicólogos, ahora se llama coaching personal. Creo que vas muy orientada y por lo que escribes tienes muy claro todo esto. En cuanto a la recuperación, creo que sí estarás mejor que ahora. Una nueva cirugía es una agresión grande para una zona ya debilitada y se necesita un año para ver una mejoría funcional real. Te animo a que dediques un rato al día a tus ejercicios y el resto del día sigas encontrando tu camino. Y de culpabilidad ninguna, ya nos culpan mucho desde fuera. Trátate bien y premia tus esfuerzos :), un saludo.
Valeria says
Sobre todo quería decirte sufridora que te entiendo tan tan bien y que me identifico tanto con tus palabras…Nuestras dolencias no se pueden comparar en lo físico, yo en principio, y digo en principio porque cada dos meses me dan un diagnóstico distinto…,tengo una lesión en la raíz de la L5. Me siento totalmente identificada en lo que cuentas del dolor, para mi está siendo un punto imposible de superar, no me siento ni con fuerza ni con ánimo de tan siquiera hacerle frente. .. Yo tengo 38 años y se supone que toda la vida por delante, pero las palabras DOLOR CRÓNICO están grabadas en mi cabeza y soy incapaz por el momento de afrontar la vida tal y como me va a tocar vivirla…Yo llevo un año en esta situación y se que no se puede comparar con el tiempo que llevas tu, pero solo quería que supieras que te entiendo perfectamente y que al leerte no he podido evitar que mis ojos se llenen de lagrimas. Mucho ánimo