
La sacroileitis dicho en otras palabras sería la “inflamación en la articulación sacroiliaca”. En el anterior post hablábamos de la disfunción de las articulaciones sacroiliacas y el dolor que podía dar; hablábamos de un dolor mecánico. En la sacroileitis hablamos de un dolor inflamatorio. Estas nomenclaturas corresponden más bien a definiciones médicas. La realidad es que en ambos procesos hay inflamación en la articulación, simplemente las características y el origen de la lesión son diferentes. El dolor mecánico se produce en lesiones de desgaste como la artrosis o tras un traumatismo, por ejemplo. El dolor inflamatorio, como el que se produce en la sacroileitis, lo vemos en procesos autoinmunes o reumáticos.
La sacroileitis típicamente está asociada a una enfermedad llamada espondilitis anquilosante (podemos verlo más en detalle en el enlace al post en el que hablo de ello) aunque también se asocia a otras enfermedades que producen artritis, como puede ser la psoriasis o la enfermedad de Crohn.
La evolución de la enfermedad y el tratamiento que se sigue depende mucho de la enfermedad que lo está provocando. Debido a esto no insistiré sobre ello en este post.
¿Cómo es el dolor en la sacroileitis?
El dolor típico que produce la sacroileitis es en la zona glútea, muchas veces alternando ambos lados. Esta alternancia de un lado a otro es más típica de la sacroileitis que de los dolores mecánicos. Se acompaña de sensación de rigidez en la zona glútea y en la parte posterior de los muslos sobre todo en el contexto de una espondilitis anquilosante.
Al ser una enfermedad inflamatoria tiene las características de estos procesos, entre ellas, el dolor en reposo que se alivia con el movimiento. Es muy típico el dolor a las 3 de la mañana que despierta al paciente y le obliga a caminar un rato antes de seguir durmiendo.
Así como en los dolores mecánicos las pruebas de imagen no eran muy útiles, en la sacroileitis es diferente. En fases iniciales puede ser difícil diferenciar una sacroileitis de un dolor mecánico, pero en fases más avanzadas se produce una destrucción progresiva de la articulación que no pasa desapercibida en las imágenes.
¿Cómo se diagnostica una sacroileitis?
Lo primero, como en toda enfermedad, hay que sospecharlo. Esto lo hacemos analizando todo lo que nos cuenta el paciente como puede ser el dolor nocturno y los datos que hemos comentado anteriormente. Habitualmente la sacroileitis se produce en el contexto de una enfermedad que lo está acompañando. Hay que valorar todos los aspectos de dichas enfermedades también. En el caso de la Espondilitis Anquilosante lo comento en dicho post.
La destrucción progresiva de las articulaciones sacroiliacas la vemos en las pruebas de imagen y nos indican con bastante seguridad que estamos ante una sacroileitis. Normalmente se utilizan las radiografías o la resonancia magnética. También lo podemos ver en un TAC (scanner) pero se usa menos porque tiene radiación y no es necesario a priori.
Las artritis inflamatorias como es el caso de la sacroileitis alteran las analíticas, en concreto lo que llamamos reactantes de fase aguda. Los dos parámetros que miramos en una analítica son la PCR (proteina C reactiva) y la VSG (velocidad de sedimentación globular). Éstos se alteran cuando estamos en un brote inflamatorio de la enfermedad.
La realidad es que en la mayoría de los pacientes con sacroileitis, la enfermedad va poco a poco (sobre todo cuando va asociado a la espondilitis anquilosante). Por esto, al principio es difícil diferenciar que estamos ante una sacroileitis y no un dolor mecánico. No siempre es fácil el diagnóstico en las primeras fases.